
Entregando el amor de Cristo
“Algunos de mis recuerdos más entrañables de la infancia”, recuerda el Diácono Max Gallegos, quien será ordenado sacerdote el 31 de mayo, “son los de mis padres cuando estábamos en adoración.” Resulta sorprendente escuchar esta confesión, considerando que la familia de siete miembros solía tomar turnos de adoración a la medianoche o a las 3 a.m. Sin embargo, la cercanía de los Gallegos con la Iglesia era y sigue siendo parte fundamental de sus vidas.
Lo que no sorprende, sin embargo, es lo que sucedió después de que el Diácono Gallegos se fue a estudiar a la Universidad Estatal de Jacksonville. Como sucede con la mayoría de los jóvenes adultos, los años universitarios suelen ser periodo de prueba de las “ataduras” de la infancia. “Yo quería hacer mi propia vida,” comparte el diácono. Vivir una vida disciplinada no estaba en su lista de prioridades. Llevar una vida disciplinada no era una prioridad para él. Después de todo, levantarse temprano para ir a Misa significaba acostarse temprano los sábados por la noche. “Hacer mi vida excluía las exigencias que el Señor nos hace en la Iglesia, esas que nos permiten ser verdaderamente libres para amar y vivir bien”, explica.
“Algunos de mis recuerdos más entrañables de la infancia”, recuerda el Diácono Max Gallegos, quien será ordenado sacerdote el 31 de mayo, “son los de mis padres cuando estábamos en adoración.” Resulta sorprendente escuchar esta confesión, considerando que la familia de siete miembros solía tomar turnos de adoración a la medianoche o a las 3 a.m. Sin embargo, la cercanía de los Gallegos con la Iglesia era y sigue siendo parte fundamental de sus vidas.
Lo que no sorprende, sin embargo, es lo que sucedió después de que el Diácono Gallegos se fue a estudiar a la Universidad Estatal de Jacksonville. Como sucede con la mayoría de los jóvenes adultos, los años universitarios suelen ser periodo de prueba de las “ataduras” de la infancia. “Yo quería hacer mi propia vida,” comparte el diácono. Vivir una vida disciplinada no estaba en su lista de prioridades. Llevar una vida disciplinada no era una prioridad para él. Después de todo, levantarse temprano para ir a Misa significaba acostarse temprano los sábados por la noche. “Hacer mi vida excluía las exigencias que el Señor nos hace en la Iglesia, esas que nos permiten ser verdaderamente libres para amar y vivir bien”, explica.
El Diácono Gallegos continuó “haciendo su vida,” pero sitió que algo faltaba; Experimentaba un vacío. Afortunadamente, se mantuvo cerca a su familia, y empezó a notar una felicidad y paz evidente en su hermano menor, Lexis. En ese momento, el hermano menor de Gallegos era un estudiante de la Escuela Preparatoria St. Bernard en Cullman. Intrigado por lo que podría ser diferente entre ambos, el diácono se dio cuenta que la única diferencia clara era que su hermano menor “tenía fe”; mientras que él no.
Siempre habían sido abiertos y transparentes el uno con el otro, así que el diácono Gallegos acudió a su hermano — quien además era su mejor amigo — con una súplica de ayuda. Como era de esperarse, su hermano no dudó en responder. Le dio un libro, Las Confesiones de San Agustín, y una dirección. La dirección lo llevó a un lugar a menos de un kilómetro del campus universitario: la Iglesia Católica San Carlos Borromeo.
Era aproximadamente la mitad de su segundo año de universidad, y en ese entonces, el fallecido Padre Jim Handerhan era el párroco de San Carlos. Veterano de la Guerra de Vietnam, el sacerdote había llegado a su ministerio después de enviudar. Su sonrisa siempre presente y su personalidad cercana llevaron al joven universitario a confiar en él, iniciando una profunda amistad. El sacerdote no tardó en desafiar las acciones del joven: “Entonces, ¿amas o no amas al Señor?”. “En aquel momento”, revela el diácono, “fue una pregunta que sacudió mi mundo, pero ahora, al mirar atrás, me doy cuenta de que simplemente estaba hablándome, invirtiendo tiempo en mí. Le importaba”
Admite que el “proceso de sanación” fue gradual, pero con el tiempo, comenzó a sentarse ante el Santísimo Sacramento en adoración, abriendo su corazón primero al Señor, luego a los sacerdotes y después a su familia. Empezó a asistir regularmente a Misa y a participar en la Sociedad Católica de Estudiantes de la universidad y en otros grupos de estudio bíblico. Este cambio lo puso en contacto con personas que compartían el mismo objetivo: vivir una vida buena y santa, esforzándose por alcanzar la santidad. Había encontrado esperanza. A medida que pasaba más tiempo en oración y fortalecía su relación con otros sacerdotes y religiosos, como el abad emérito benedictino Cletus Meagher, el padre benedictino Bede Marcy, los padres Mark Spruill y Josh Altonji, y las hermanas Laura Rose y Deborah Kennedy, R.S.M., su llamado sacerdotal comenzó a tomar forma.
El diácono reconoce ahora que, aunque en aquel entonces no lo entendía, el sacerdocio siempre había sido su camino. “Esos anhelos que tenía desde joven cobraban vida en la oración”, explica, “y se alineaban profundamente con los deseos del sacerdocio”.
Si bien atestigua que el Señor confirmó su vocación, admite con humildad que su proceso vocacional fue “en realidad, bastante sencillo”. Llegó a un punto en el que no encontraba mejor manera de decir “Te amo, Dios” que diciéndole “Sí”, entregando su vida al servicio de la Iglesia. Así, en 2019, siguió su corazón y entró al seminario.
El año pasado fue ordenado diácono transitorio, y este 31 de mayo se convertirá en el miembro más reciente del presbiterio de la Diócesis de Birmingham en Alabama.
Un puente entre dos culturas
Con su ordenación sacerdotal, el diácono Gallegos se convertirá en la primera vocación sacerdotal hispana originada dentro de la diócesis. No obstante, no lo ve como un logro personal, sino como una oportunidad. Como hijo de inmigrantes, la cultura hispana permeó cada aspecto de su vida; sin embargo, fuera del hogar, creció inmerso en la diversidad cultural de Estados Unidos. “Quiero ser un sacerdote que ayude a integrar y formar a la comunidad hispana en la cultura estadounidense”, explica. Tener un pie en ambas culturas le permitirá ser un puente, identificando las necesidades de la comunidad hispana y ayudando a construir la unidad dentro de la Iglesia.
Mirando hacia el sacerdocio
Ser ese puente será parte de su misión más amplia: ayudar a los fieles a redescubrir su identidad como hijos de Dios. Sin duda, el llamado sacerdotal es un llamado divino, y para responder a él, el diácono se inspira en el Siervo de Dios, el padre Luigi Giussani, y su movimiento Comunión y Liberación. Él cree firmemente que, al proclamar la fe con autenticidad, mostrar la verdad del Evangelio y construir comunidad, aquellos que buscan al Señor podrán experimentar un verdadero encuentro con el misterio de la fe, hasta que ese misterio se convierta en una realidad en sus vidas.
Cuando un sacerdote vive con alegría y esperanza, testimoniando su encuentro con Cristo, se convierte en un reflejo del amor de Dios y, en esencia, en un imán que atrae a otros.
Quienes han conocido al diácono Gallegos pueden dar fe de su magnetismo. Y en una sociedad espiritualmente paralizada, su sacerdocio será un impulso necesario. En un mundo donde se nos bombardea con tantas opciones, el diácono lo compara con entrar a una cafetería y ver un extenso menú: “No sabes qué elegir, así que terminas pidiendo un café negro con crema y sigues con tu día”.
En su juventud, el diácono también tomó muchas de esas opciones fáciles, hasta que un sacerdote se tomó el tiempo de compartir con él su relación con Dios. Ahora, mientras se prepara para su ordenación sacerdotal, reza cada día por la esperanza y la alegría que lo fortalecerán en su misión: invertir en el pueblo de Cristo, porque, como él mismo dice, “se lo merecen”.
Ordenación al sacerdocio
El diácono Max Gallegos será ordenado sacerdote en la Sagrada Orden de Presbíteros por el obispo Raica a las 11 a.m. en la Catedral de St. Paul en Birmingham, convirtiéndose en el sacerdote más nuevo de la diócesis. Todos están invitados a asistir a la misa. La catedral está ubicada en 2120 3rd Avenue, North. Para obtener más información, envíe un correo electrónico a vocations@bhmdiocese.org.