
Continuando con el ‘negocio familiar’
La misión de un joven director para sentar las bases de la fe
La misión de un joven director para sentar las bases de la fe
Cuando uno es el producto de una familia de educadores, generalmente hay dos opiniones: rebelarse o seguirlos. Michael Fisher, casado con dos niñas y director de la nueva escuela católica St. Thomas the Apostle en Montevallo, afortunadamente eligió la segunda opinión. Para cualquiera que conozca la escuela de secundaria John Carroll en Birmingham, es fácil entender la decisión de Fisher de continuar con el llamado “negocio familiar”. Cuando era joven, Fisher observó como su difunto padre, Lee W. Fisher, y su madre, Sharon Fisher, cumplían fielmente con sus roles en la escuela. Su padre fue el director con más años de servicio en la escuela, y su madre todavía recorre los pasillos de la escuela como una maestra querida.
Cuando uno es el producto de una familia de educadores, generalmente hay dos opiniones: rebelarse o seguirlos. Michael Fisher, casado con dos niñas y director de la nueva escuela católica St. Thomas the Apostle en Montevallo, afortunadamente eligió la segunda opinión. Para cualquiera que conozca la escuela de secundaria John Carroll en Birmingham, es fácil entender la decisión de Fisher de continuar con el llamado “negocio familiar”. Cuando era joven, Fisher observó como su difunto padre, Lee W. Fisher, y su madre, Sharon Fisher, cumplían fielmente con sus roles en la escuela. Su padre fue el director con más años de servicio en la escuela, y su madre todavía recorre los pasillos de la escuela como una maestra querida.
Su dedicación a la educación católica motivó a la familia Fisher a matricular a su único hijo en la escuela católica Our Lady of Sorrows en Homewood. Después de la escuela intermedia, el siguiente paso natural fue John Carroll. Esos años de formación, dice, estuvieron caracterizados por una “exposición constante al amor a Cristo” la cual “resonó” con él y creó una base sólida de fe.
Después de graduarse de secundaria, una vez más siguió los pasos de su padre y empezó sus estudios en la Universidad de Montevallo, de donde su padre se graduó. No muy lejos de la universidad, encontró la iglesia católica St. Thomas the Apostle, y tomó la decisión de hacer voluntariado en los retiros de confirmación de la parroquia. “Liderábamos grupos pequeños,” recuerda, “y al hacer esto por cuatro años, realicé rápidamente que me encanta trabajar con alumnos de secundaria.”
En 2015, tres años después del fallecimiento de su padre, Fisher recibió su maestría y empezó a buscar trabajo para enseñar inglés. Admite haber aplicado a posiciones en varias escuelas públicas, pero afirma que fue ignorado por falta de experiencia. Al haber mantenido amistad con una de las leyendas del Departamento de Inglés de John Carroll, Tricia Guy, Fisher se enteró de una vacante. Una Dominica de Nashville, la Hermana Margaret Andrew Baker, ocupó la posición, lo cual Fisher considera que fue “una bendición”, así que decidió aplicar para la otra posición en la escuela: ministro para los jóvenes.
En menos de un día después de la entrevista, le ofrecieron el trabajo. Aceptó y pasó el verano tratando de descubrir lo que le debía enseñar a los jóvenes. Fisher construyó un plan para hacer que los estudiantes “estuvieran listos para llevar la fe a la universidad”, pero dos semanas antes de empezar el primer día de clase, fue contactado por el subdirector de la escuela, pidiéndole que ocupara una posición abierta en el Departamento de Inglés. Aprovechó la oportunidad, pero rápidamente realizó qué había pasado el verano preparándose para el ministerio de los jóvenes. Durante ese primer año de enseñar a los alumnos de tercer año se sintió abrumado y cuestionó sus habilidades. “Si pudiera volver con esos chicos”, bromea, “les diría: ‘¡lo siento mucho!’”
A medida que pasaban los años escolares, Fisher ganó experiencia y sabiduría. Poco antes de que la Hermana Margaret Andrew fuera reasignada por su orden, los dos estaban discutiendo sobre inglés. Fisher se estaba preparando para asumir el cargo de presidente del departamento cuando la perspicaz religiosa hizo un comentario: “La literatura es una de las mejores formas de enseñar la fe”. La sencilla pero profunda observación tocó el corazón de Fisher. Tomó en serio la reflexión de la hermana y empezó a utilizar el currículo como una oportunidad no sólo para el crecimiento académico, sino también para el desarrollo espiritual. “Mientras estamos leyendo, impulso a mis chicos a pensar: ‘¿Qué significa esto para ti? Como persona, ¿cómo se alinea con lo que se nos enseña como persona de fe? ¿Cómo estos personajes se alejan de la idea de lo que significa ser una persona de fe?’” explica. “Trato de que ellos vean la humanidad en los personajes y cómo nos refleja como personas. No alcanzamos la gracia de Dios todos los días, pero tenemos la oportunidad de hacerlo mejor.”
Como era de esperarse, el deseo de Fisher de promover la edificación espiritual no quedó relegada a los confines de su aula. Nunca dejó su parroquia desde sus años de universidad, continuó dirigiendo los retiros de confirmación en St. Thomas. Hace aproximadamente dos años, en un esfuerzo por conocer a los estudiantes católicos e invitarlos a involucrarse, Fisher asistió a una misa de los miércoles por la noche en la capilla de la parroquia, ubicada en las afueras del campo universitario. Estaba hablando con el nuevo párroco, el Padre Brad Jantz, y aparentemente de la nada, el sacerdote le preguntó “¿Qué es lo que salió bien en tu vida para mantenerte católico?” La respuesta de Fisher fue casi instantánea: educación católica y mantenerme involucrado durante la universidad.
Poco después de la conversación, Fisher fue invitado a unirse al consejo pastoral de St. Thomas. En una de las reuniones, el Padre Jantz propuso una idea que el mismo describió como “loca”. Intrigados, los miembros del consejo escucharon al sacerdote pedirle a cada miembro considerar en oración la posibilidad de una escuela parroquial.
Aunque el sacerdote admitió haber llegado a St. Thomas sin intención de abrir una escuela, varios factores lo impulsaron a reconsiderar. Dentro de la gran y creciente comunidad hispana, los padres se acercaban al Padre Jantz pidiéndole que les administrara los sacramentos a los hijos. Con mucha frecuencia, los niños eran mayores de lo usual. Quizás debido a las barreras lingüísticas generacionales, con los niños hablando principalmente inglés y los padres hablando principalmente español, la profundidad y belleza de la fe se perdía en la traducción. Como resultado, los padres expresaron un fuerte deseo por una educación católica, pero para muchos la idea era inalcanzable, ya fuera por logística o por costo. Viendo de primera mano la abrumadora cantidad de niños cada fin de semana para la escuela dominical validó lo que el sacerdote estaba escuchando de los padres.
Después de que el consejo pastoral dio luz verde, el Padre Jantz formó un comité que comenzó a investigar sobre una guardería. No pasó mucho tiempo después en el cual el comité le informara al párroco la cantidad abrumadora de regulaciones asociadas a las guarderías. Además, algo tan mundano como un patio para juegos venía con un precio exorbitante. Sin embargo, providencialmente, por esa época se aprobó la ley CHOOSE de Alabama, la cual otorga a cada estudiante que califique y que esté inscrito en una escuela participante $7,000 para la matricula, cuotas y otros gastos calificados. La certeza de los fondos a través de la ley CHOOSE y el programa ya establecido de Becas para Niños llevaron a cambiar el enfoque de una guardería a una escuela primaria. Gracias a la previsión de los párrocos anteriores, St. Thomas ya contaba con la tierra y un edificio para respaldar la escuela. El plan para comenzar la escuela con kínder, primer grado y segundo grado en el otoño de 2025 y agregar un grado cada año siguiente hasta el octavo grado, comenzó a tomar forma.
Por supuesto, una escuela no puede ser una escuela sin un director. Habiendo recibido su certificación de administración antes de que la realidad de la escuela se hiciera realidad, Fisher dio un salto de fe y solicitó el puesto. Cuando le ofrecieron la posición, le invadieron una multitud de emociones. La emoción era evidente, pero la tristeza se apoderó de él cuando empezó a pensar que iba a dejar a sus estudiantes de John Carroll en la mitad del año escolar. El miedo también apareció, porque insiste, “Tenía miedo de que los chicos sintieran que los estaba abandonando o traicionando.”
Consolándose al saber que sus miedos no eran de Dios y pidiéndole ayuda para que confiaran en él, Fisher les dijo a sus alumnos: “Espero que lo único que hayan aprendido de mí es lo importante que es la fe para mí y lo que debe ser para ustedes. Cuando oyen la llamada de Dios, necesitan responderla…No es acerca de una promoción. No es acerca de mi carrera. Esto es lo que Dios me llama a hacer: ofrecer algo a las familias que lo quieren y que no tiene acceso a ello.”
Ese “algo” es lo que Fisher y el Padre Jantz describen como una escuela de excelencia en términos académicos y de formación de personas. “Queremos que sean personas excelentes y esto significa tener una base en la fe,” dice Fisher. “Esto es lo que queremos aportar y eso es lo que queremos que los niños reciban porque es lo que las familias quieren. Las familias quieren que la fe continue con sus hijos.”
“Esto es algo que también quiero para mis hijas", concluye. “Quiero que ambas tengan una base firme en la fe para que a medida que crezcan, sepan lo que es actualmente importante… Estás más en paz cuando tratas de seguir Su camino. No es siempre fácil. Hay momentos difíciles, pero no puedes superarlos sin la esperanza de algo más, que es “¡Cristo!”
Más información
Con la apertura de la escuela católica St. Thomas the Apostle en el otoño de 2025 para estudiantes de primaria, aprenda qué esperar, cómo presentar la solicitud y más visitando www.stthomascatholic.com/school.