| Por Mary D. Dillard

‘De la boca de los niños’

Los estudiantes comparten su perspectiva sobre la fe y la educación católica

“Créanme cuando les digo que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.” (Lucas18:17)


Muchos han escuchado estas palabras de Cristo, pero ¿qué significan realmente? Después de todo, desde una edad temprana, parece que el único objetivo en la vida es “crecer” y superar numerosas expectativas impuestas y autoimpuestas. La pureza de la niñez puede parecer muy lejana, incluso para los jóvenes. Entonces, ¿por qué Cristo le estaba diciendo esto a sus discípulos?

La respuesta se encuentra en una sencilla mirada a la niñez. Al nacer, los niños son completamente dependientes, confiando en los padres por todas las necesidades básicas como alimentación, vivienda y ropa. La relación es de completa dependencia. Idealmente, a medida que los bebes crecen y se convierten en niños pequeños y más allá, la confianza en las palabras y acciones de los padres se consolida. Los niños instintivamente saben que sus padres quieren lo mejor para ellos y hacen lo que sea posible hacerlo realidad, con el paso de los años, la autosuficiencia se convierte en la mentalidad predominante. Tomando control de su propia vida es un rito de iniciación, lo que deja a los padres en el proverbial asiento trasero.

El mismo asiento es donde muchos fieles colocan a Dios con el paso del tiempo. Por supuesto, no es malicioso, pero confiar y depender de Dios con la plenitud y perfección de un niño requiere un ejercicio incomodo de humildad, renunciando al control que desesperadamente deseamos. Sin embargo, esto es exactamente lo que Dios quiere para sus hijos. Él quiere que sepamos en nuestro corazón que él es nuestro Padre — un Padre que nos ama incondicionalmente y desea que estemos con Él. En resumen, Cristo no quiere que pensemos como un niño; más bien, quiere que confiemos como tales, porque confiar en Sus promesas llena nuestros corazones de una esperanza firme.

El Catecismo de la Iglesia Católica define la esperanza como la virtud “por la cual deseamos el Reino de los Cielos y la vida eterna como parte de nuestra felicidad.” (1817). La importancia de la esperanza se destacó el año pasado durante el Jubileo 2025, y para conmemorar el jubileo, la Oficina de Escuelas Católicas de la Diócesis de Birmingham en Alabama eligió el tema “Anclados en la Esperanza” para el año escolar del 2025-2026. Al explicar el tema, la superintendente de las nuestras escuelas católicas, Margaret Dubose, señaló: “La esperanza y la fe en Jesucristo son el pilar de nuestras escuelas, centra todo lo que hacemos y constituyen nuestra misión central y fundamental.”

La misión principal de las escuelas diocesanas católicas se realiza mejor a través de los propios niños que asisten a ellas. Para comprender esta perspectiva, se le hicieron algunas preguntas acerca de la virtud de la esperanza a los alumnos de segundo y octavo grado de la escuela católica de Nuestra Señora de los Dolores en Homewood.

A los alumnos de segundo grado se les entregó una hoja de trabajo y se les pidió que dibujaran y escribieran una frase, respondiendo a la pregunta: ¿Cómo es Jesús un ancla de esperanza para ti?”.

Como es de esperar, para los alumnos de segundo grado que se preparan actualmente para recibir su primera reconciliación y comunión, los sacramentos ocupan un lugar central en sus pensamientos. La pequeña Isabella escribió: “Él perdona mis pecados y nos ayuda a seguir intentándolo”. Bonnie, Bella y Ana compartieron los sentimientos de Isabella, mientras que Rajdeep, Jackson y Rowan escribieron: “Él me ayuda a tomar buenas decisiones”. Grayson, Emma, Samantha, Julie y Wendy respondieron, “Él nos dio la Eucaristía,” y Thomas, Wyatt and Matthew escribieron: “Él nos dio la iglesia”.

Además, Nora escribió: “Él murió en la cruz”. Addie declaró: “Él puede ayudarme cuando las cosas se ponen difíciles”, y Molly comentó: “Él me abraza con fuerza”. Elijah explicó que Jesús es un ancla porque le ayuda a encontrar el camino. En la misma línea, Lillie escribió: “Él nos ayuda a seguir intentándolo”. Muchos otros, incluyendo a Callen, Isabella, Abigail, Silas, Alexa, Beaue, Thomas, Lacey, Libby, San, Ryan y Ellie, mencionaron un don como la valentía o el haber salvado a una mascota de la familia. Catherine y Camryn mencionaron que las protege del diablo. Finalmente, Jane añadió: “Él sostiene el ancla en la arena, para que el diablo no nos haga daño”.

Aunque algunas respuestas fueron repetidas y otras fueron únicas, los pensamientos sinceros compartidos por los alumnos de segundo grado ejemplifican la confianza y la humildad que el Señor desea para todos los fieles.

En ese sentido, sus compañeros mayores no decepcionaron. Al completar la tarea de explicar cómo Jesús y su escuela sirven como ancla de esperanza, los alumnos de octavo grado dieron unas respuestas genuinas y que invitaron a la reflexión Sin saberlo, un estudiante, Maggie repitió las palabras de la alumna de segundo grado Jane, al escribir: “Para mí, Jesús es el viento fuerte en mis velas cuando necesito un impulso extra, y también puede ser el ancla firmemente clavada en las arenas de la fe”. Otros estudiantes compartieron la visión de Maggie, resaltando el simbolismo del ancla. Sophie escribió, no importa si hay una tormenta o huracán, mi ancla no se mueve”, y Lily señaló: “Sin Jesús, estaríamos perdidos en el mar, solos”. Mirando al futuro, Rayne añadió: “Él es el modelo que nos esforzamos a seguir, acercándonos cada vez más para estar completamente anclados con Él en el Cielo”.

Muchos alumnos de octavo grado también enfatizaron en la confianza. Madison escribió: “Sin importar las dificultades con las que me encuentro, confiando en Él me guía hacia la paz”. Su compañera de clase, Lucy, fue directa: “Dios tiene un gran plan y esa esperanza me impulsa a seguir adelante”. La confianza inquebrantable de Dios también fue expresada por Lawson, Victoria, Amelia, Ronan, Michael y Erin. Price afirmó concisamente: “Él es mi fortaleza cuando estoy desanimada y mi luz en la oscuridad”, y Hope señaló, “Él me mantiene firme … Si decido aprender más acerca de Él, Su creación, sus milagros y cada una de las pequeñas pero poderosas cosas que ha hecho, la vida tendrá más sentido”.

Subrayando la humildad, Jackson escribió: “Me doy cuenta de que no puedo hacer cosas por mi cuenta, pero necesito a Jesús para que me guie… Su amor nunca cambiará, incluso si pecamos gravemente”. Leah estuvo de acuerdo, escribiendo “Él me enseña a amarlo, servirle y guiar a otros hacia Él. Me enseña a través de las escrituras, los sacramentos y su amorosa guía. Cada día, aprendo que la esperanza significa depositar mi confianza en Jesucristo y no depender de mis propias habilidades y fortalezas”. Savannah añadió con profunda emoción: “Él amor y la gracia que me da me ayudan a saber que su plan para mí es magnífico y grandioso. No sé cuál es mi futuro, no sé qué traerá el mañana, ¡pero lo que sí sé es que tengo esperanza y fe en Dios, mi Salvador y Padre!”.

Al hablar de su escuela como un ancla de esperanza, muchos estudiantes, entre ellos Ella, Bella, Rylee, Ayston, Tristan y Leo, mencionaron cómo Nuestra Señora de los Dolores los acerca a Dios y les brinda una comunidad. Jack explicó: “También nos acercamos a Él rezando todas las mañanas, mediodía y por la tarde. Esto me da la esperanza de que puedo pasar la vida eterna con Él porque puedo tener una relación más profunda y activa con Él”. Girhaldy señaló: “Mi escuela es un ancla de esperanza para mí porque si alguna vez me siento triste o desesperado, siempre hay alguien con quien puedo hablar”.

Para otros que atraviesan por dificultades, como Raches y Scarlett, la escuela ofrece modelos a seguir. “Esta escuela”, escribe Rachel, “me ha ayudado a superar muchas dificultades y se ha convertido en mi ancla de esperanza en muchos sentidos. Uno de los muchos ejemplos es que los maestros son muy ambles y me hablan no como si fuera un ser inferior, sino como una persona que quieren y respetan … Nuestra Señora de los Dolores es la encarnación de Jesús”.

Madlyn resumió la esencia de la escuela a la perfección, escribiendo: “La Escuela Católica de Nuestra Señora de los Dolores está profundamente arraigada en la esperanza. Todo lo que hacemos está de alguna manera entrelazado con nuestra religión … Nos enseña diariamente a aprender nuestras virtudes y las aplicamos en todo lo que hacemos. Estas virtudes nos ayudan a crecer en nuestra fe católica y nos mantienen firmes en ella. En todo lo que aprendemos en Nuestra Señora de los Dolores, sé que, pase lo que pase, mientras conserve la esperanza, no me desviaré”.

Desde el segundo al octavo grado, las palabras sinceras y honestas de todos los estudiantes refuerzan las del superintendente: “La esperanza y la fe en Jesucristo son el pilar de nuestras escuelas”. Y es precisamente ese pilar el que permite a nuestros niños en todas las escuelas católicas diocesanas crecer sin perder jamás de vista el significado de las palabras de Cristo: “Créanme cuando les digo que el que no acepte el Reino de Dios como un niño no entrará en él”.