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 | Por Mary D. Dillard

Conocer y amar

Un corazón cambiado para siempre

Di un paso atrás y pensé, ‘finalmente se lo que Dios quiere que haga … Él quiere que me convierta a católica,”’

recuerda Johnna Hawkins, estudiante de último año de la escuela de secundaria católica John Carroll en Birmingham. Su revelación no fue tomada a la ligera, ni sucedió de la noche a la mañana.

Los padres de Hawkins siempre insistieron en que ella asistiera a una escuela privada, sabiendo los beneficios de un plan de estudios y un entorno basado en la fe. Después de haber asistido a una escuela primaria bautista, Hawkins siguió a su mejor amiga a la escuela católica San Francis Xavier en Birmingham, donde comenzó su sexto grado. Ella confiesa el haber estado molesta por los uniformes, pero que no duró mucho. Algo más le llamó la atención: la Eucaristía. “Recuerdo estar confundida acerca de la comunión,” admite Hawkins. “En la iglesia bautista, nos daban jugo de uvas y un pedazo de pan. Nunca fue tan importante como en la iglesia católica”.

Asistir a misa como parte de su horario escolar permitió que se plantara una semilla: la idea de “caminar hacia adelante para recibir a Dios.”

Semana tras semana se fue cultivando la semilla de la fe. Hawkins pasaría su octavo grado en la escuela católica de Our Lady of Sorrows en Homewood. Su participación en Toy Bowl y otras actividades escolares, así como las amistades que había formado la ayudaron a escoger a la escuela secundaria de John Carroll como su próximo paso.

Como estudiante de primer año de secundaria, estaba familiarizada con los temas discutidos en su clase de teología. “Yo sabía bastante de esto porque había ido con anterioridad a la escuela católica, pero,” confiesa, “en realidad nunca lo apliqué a mi vida.”

Un día en clase, estaba completando una tarea que implicaba leer acerca del protestantismo.  “Teníamos que leer ese artículo y explicaba como los protestantes creen que la Eucaristía es un símbolo: que no es realmente Dios,” recuerda Hawkins. Aunque hubiera sido fácil descartar la tarea como un simple requisito para obtener una calificación, decidió echar un vistazo a sus propias creencias. Fue entonces que ella concluyó que ella fue bautizada protestante que no creía que la Eucaristía era solo un símbolo. “Fue como la realización de que tal vez mis creencias ya no se alineaban con la fe protestante.”

Su realización la ayudó a abrir su corazón y ‘tomar en serio” su fe. Se involucró en el ministerio de la escuela con Abby King, la ministra de la escuela católica de John Carroll. Como resultado de su experiencia con el ministerio, durante su tercer año, se involucró en la conducción de retiros para estudiantes de primer año.

En un retiro en particular, Metanoia, los estudiantes de primero y segundo año tienen la oportunidad de compartir su fe. El testimonio honesto tuvo un gran efecto en Hawkins. “Solo hablando con ellos y oyendo sus experiencias con su fe me ayudó a dar un paso atrás”, dice Hawkins. Dar ese paso atrás le permitió que su corazón cambiara.

Fue a ver al Padre Jonathan Howell, el capellán de John Carroll, y “lloró” mucho. Fue entonces cuando sintió que sabía cuál era el plan de Dios para ella.

Al siguiente día de clases, Hawkins fue a donde King y exclamó, “quiero convertirme en católica. ¿Cómo puedo hacer que esto suceda?”

El Padre Howell quería ofrecer los sacramentos en la escuela, así que él y la Hermana Mary Patrick Conner, una de las profesoras de teología de la escuela de John Carroll, trabajaron juntos para organizar la instrucción de RICA en la escuela. “Algunas personas se sienten incómodas por el hecho de que permitimos a que los estudiantes de secundaria se unan a la iglesia”, explica el Padre Howell. “Hay la suposición de que estamos haciendo proselitismo, pero es simplemente el resultado de que ellos han crecido y desarrollado la fe cristiana que ya tienen.”

En cuanto a Hawkins, el capellán pudo ver el amor que ya tenía por Jesús, el cual ella atribuye a sus raíces bautistas. “Convertirse a católica”, dice el Padre Howell, “no es un rechazo a las bases que nuestros hermanos y hermanas protestantes han comenzado, más bien es una finalización de estas.”

En sus esfuerzos por completar sus bases, durante su almuerzo una vez a la semana, ella se unía con varios de sus compañeros para las clases de RICA. Después de meses de instrucción, la mañana del 5 de mayo, Hawkins y nueve de sus compañeros de clase atravesaron las puertas de John Carroll preparados para recibir el sacramento de la confirmación.

Acordándose de esa mañana, Hawkins sonríe y tímidamente recuerda, “Lo recuerdo tan vivamente. Estábamos a punto de entrar y, Thornton, uno de sus amigos, era el monaguillo. Él era el que llevaba la cruz, y yo era la primera en la fila detrás de la cruz. Me acuerdo de estar pensando, “Este es el principio de mí caminando con Cristo.”

Cuando el Padre Bob Sullivan, presidente de la escuela Católica de John Carroll, ungió a Hawkins con el crisma sagrado, miró hacia su madre, que no era católica y la vio llorando, “mi mamá nunca llora, “dijo Hawkins, “pero cuando la vi llorando, empecé a llorar y me sentí muy bien.”

Tener a todo el alumnado presente para el sacramento dejó su huella. Al principio de este año escolar, los estudiantes que están involucrados con el ministerio de la escuela asistieron a un día de retiro en el Convento y Casa de Retiro, Casa María en Irondale, dirigido por las Hermanas Siervas de la Palabra Eterna. El grupo de la Hermana Mary Patrick estaba discutiendo acerca de la Eucaristía y cómo hacerla tangible en la vida diaria cuando un estudiante dio un ejemplo. El estudiante empezó a explicar cómo al ver a los estudiantes recibir el sacramento de la confirmación y algunos recibir el Santísimo Sacramento por primera vez fue algo que nunca olvidaría. Recordando a Hawkins, el estudiante dijo, “Ella estaba tan alegre.”

Para la Hermana Mary Patrick, la alegría de Hawkins es más que un rasgo de personalidad. “Es actualmente una virtud que ella posee,” revela la Hermana. “Obviamente, el Señor ha tenido Su mano sobre la de ella porque ella ha sufrido dificultades, como muchos de nosotros, pero ella ha mantenido esa alegría … Ella tiene una virtud de fe y alegría que es muy evidente y otros en la escuela lo han notado.”

Como maestra de teología en el primer año de Hawkins, la hermana Mary Patrick fue una de las primeras en darse cuenta. Confiesa haber pensado: “Algún día será católica.” Por supuesto, nunca anticipó que fuera tan pronto, pero la hermana lo acredita a varios elementos.  Primeramente, a los padres de Hawkins quienes, aunque no eran católicos, apoyaron a su hija en su camino de fe. La hermana Mary Patrick también acredita a la formación de Hawkins tanto en las escuelas Bautistas y Católicas.

Ciertamente, Hawkins es un testamento de la bondad de la educación católica. “Me siento parte de algo,” explica Hawkins, “y eso marca una gran diferencia …como la Sra. King y la Hermana Mary Patrick e incluso mis entrenadores, yo sé que ellos me quieren y se preocupan por mí.  Ellos tienen mí mejor interés en el corazón. Realmente eso creo.”

El cuidado y amor que Hawkins ha experimentado proviene de la realidad que la educación religiosa está arraigada en Cristo. “Si nuestros estudiantes de último año obtienen puntajes asombrosos en el ACT y son grandes atletas o artistas y no conocen a Jesús “entonces les hemos fallado. Nuestra prioridad número uno es llevar a nuestros jóvenes a conocer y amar a Jesús y Johnna es un excelente ejemplo de lo que las escuelas católicas están tratando de lograr.”

A Heart Forever Changed
Photography by Mary D. Dillard