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 | Por El Reverendísimo Steven J. Raica Quinto Obispo de Birmingham

Una vida vivida al máximo

Mis queridos amigos,

Siempre hay mucho entusiasmo en la diócesis cada vez que hay una ordenación al sacerdocio o al diaconado. Comparto la alegría de las familias, amigos y feligreses que se unen para celebrar las bendiciones del cuidado provincial de Dios al darnos el nuevo candidato. Para muchos, es un signo de esperanza y el cumplimiento de un sueño, un signo de esperanza para una nueva primavera en la Iglesia que Dios está proporcionando para el futuro cuidado pastoral de su rebaño y el cumplimiento de un sueño individual para el candidato que es responder generosamente al llamado de Dios. Podemos decir que una vocación genuina es también el sueño de Dios para un candidato Respondiendo con un “si” rotundo es algo que da tranquilidad interior y paz en el corazón.

Reflexionando sobre un llamado, todo empieza precisamente con abrir nuestro corazón al misterio, escuchando el llamado de Dios y contestando el llamado con prontitud, sin miedo y con alegría.

Mi propio proceso de discernimiento no fue el resultado de una repentina iluminación total sobre una vocación religiosa. Hubo muchos elementos que influyeron para la decisión final que se extendió a lo largo de los años. Se plantaron semillas a lo largo del camino. Algunas de estas semillas o factores incluyendo los incentivos que recibí de feligreses y amigos. Mi propia experiencia de fe, una hora santa semanal cuando podía hacerlo para conversar con el Señor, participar activamente en la vida parroquial como servidor y luego musico, mi propia relación con los sacerdotes y religiosas y los sorprendentes momentos de introspección que ocurrían cuando leía la Sagradas Escrituras o participaba en retiros, ayudó a solidificar el camino vocacional.

Reflexiono sobre esos momentos en retrospectiva, sabiendo que hay muchos caminos diferentes que el Señor elige para llegar a una persona, proporcionando signos y señales útiles para su consideración.

Recientemente, tuve la alegre ocasión de reunirme con un grupo de cerca de 15 hombres jóvenes que contemplaban seriamente el sacerdocio/vida religiosa. Fue similar a un grupo de una docena de jóvenes que fueron al Josephinum en Columbus, Ohio para pasar un fin de semana en el otoño pasado, con los que pasé unos momentos juntos. Eran hombres quienes no tenían miedo de mirar dentro de sus corazones y comparar a donde iban a ir en la vida con lo que el Señor les estaba pidiendo. Podríamos decir que estaban tomando sus vidas seriamente y discerniendo al llamado del Señor.

Mientras que estos breves pensamientos se enfocan al ministerio sacerdotal, no deseo olvidarme de la vida religiosa tanto para las mujeres como para los hombres, el diaconado, la virginidad consagrada, el estado matrimonial, los ermitaños y los solteros. La abundancia de llamados ilustra la amplia universalidad y diversidad de la misión de la iglesia. Hay lugar para todos. Respondiendo generosamente al llamado de Dios, experimentamos el cumplimiento del sueño que Dios tiene para nosotros. ¡Que bendición!

¡Sobre todo, los invito a unirse a mí en oración por las vocaciones en nuestra diócesis! Recen para que aquellos que son llamados puedan dejar a un lado el ruido de la vida diaria y escuchar la voz de Dios susurrando, “¡Sígueme!” El camino se trazará. Cada persona que contesta el llamado experimentará la maravillosa gracia de una vida en plenitud.

A Life Lived to the Full