Share this story


 | Por Mary D. Dillard

‘Querido Señor, guía mis manos’

Un sí reacio de una mujer se convirtió en un ministerio de 45 años de música

“A una edad temprana, yo tenía un amor por la música que consumía mi atención muy seguido,” explica Mary Jones Rhodes, directora de música y organista de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús en Anniston.

Rhodes creció en una zona rural de Alabama asistiendo a una “pequeña iglesia bautista campestre.” Fue en la iglesia donde ella hizo un buen uso de su don divino de tocar el piano. En mayo de 1976, ella estaba casada y con un hijo y otro en camino, antes de que ella se decidiera a tocar el piano para su iglesia, esto era “demasiado”.

Sin embargo, Dios tenía otros planes, Rhodes se había casado dentro de una familia católica con fuertes lazos con la iglesia del Sagrado Corazón y el organista estaba listo para irse a la universidad. En menos de un mes después de haber renunciado en su propia iglesia, empezó a recibir llamadas del Padre William Jones, el sacerdote del Sagrado Corazón. Se había corrido la voz de que ella podía tocar el piano y estaban necesitando a un organista. Al Padre Jones le tomó tres intentos. Cuando llamó la tercera vez pidiendo ayuda, ella respondió a regañadientes al persistente sacerdote irlandés, “ayudaré por dos semanas.”

Aunque su esposo era católico practicante y sus hijos fueron bautizados católicos, ella no sabía absolutamente nada acerca de la misa. “Me presente a la Iglesia del Sagrado Corazón y entre con mi libro de himnos bautistas,” recuerda Rhodes. Cuando el Padre Jones la vio, dijo con su acento irlandés, “¡Nosotros no usamos ese libro aquí!,” Rhodes anticipando la falta de familiaridad con la misa católica, la hermana Anita Pfieffer, una hermana asignada a la Escuela del Sagrado Corazón le entregó una lista de canciones y una partitura de música y le dijo a Rhode que ella le indicaría cuando empezar a tocar el piano.

“Subí las escaleras a un pequeño balcón oscuro lleno de insectos,” recuerda Rhodes. Con sólo tres meses de haber estudiado para tocar el órgano, completó la misa, pero se le había olvidado presionar el pedal crescendo para el sonido. “Toqué toda la misa y nadie me escuchó,” ella exclama. “Ese fue mi primer día.”

Cuando se cumplió su obligación inicial de las dos semanas, ella acordó hacer “solo una semana más.” Con cada semana que pasaba, ella aceptaba hacer una más. Cuando habían pasado seis meses, la hermana Anita le informó a Rhodes que ella había sido transferida. Ya había llegado el momento para que Rhodes estuviera sola.

“Me tomó un tiempo…siempre esperaba las palabras, ahora toca.” Por siete años, Rhodes creció en su conocimiento de la misa, pero por lo que ella no era católica, no podía recibir la comunión.  Estar “en tierra de nadie” como ella lo llama, la empujo a acercarse al nuevo pastor, el Padre Paul Donnelly, acerca de convertirse a católica.

Después de recibir la dirección del Padre Donnelly, Rhodes se convirtió católica y continuó su ministerio de música con su “nueva” familia eclesiástica. Cuando el mandato del Padre Donnelly llego a su fin, ella casi renuncia. La vida se había vuelto ajetreada y agitada, pero el sacerdote insistió en que reconsiderara. “Tienes que quedarte porque hay ventanas que están por abrirse para ti,” le dijo.

Las ventanas de las que habló el Padre Donnelly se abrieron. El Padre Richard Donohoe fue asignado pastor del Sagrado Corazón y fue en ese momento que Rhodes aprendió la liturgia.  “Yo ni siquiera sabía lo que significaba la palabra liturgia,” dijo Rhodes riéndose. “Yo creo nunca que había escuchado esa palabra.”


Después de la llegada del Padre Donohoe, él y Rhodes salieron a almorzar. Ella dice que él “se inclinó en la mesa” y le preguntó, “¿alguna vez has pensado en una educación para tocar el órgano?”


A pesar de que cuestionó cómo podría manejar simultáneamente las clases y su trabajo, el Padre Donohoe le aseguró, “lo haremos funcionar.” Muchas veces fue un desafío ir desde una misa de Miércoles de Cenizas cantada a capella hasta correr de Jacksonville a Anniston después de clases de biología para tocar los servicios de vísperas. Cinco años de “hacerlo funcionar” llevaron a Rhodes a obtener el grado de música con un énfasis en interpretación en órgano.

Rhodes ve el título como un “gran logro” en su vida: uno que no hubiera podido ser posible sin la ayuda del Fondo para Música de Anna Catherine Grace. El fondo fue creado para ayudar a los departamentos de música de la Diócesis de Birmingham para brindar educación a músicos. Cada mes Rhodes solicitaba la beca y cada mes con la ayuda de su mamá pagando por los libros y su esposo dando la diferencia, ella tendría lo suficiente para seguir asistiendo a la escuela.

¿Por qué el Padre Donohoe le ofreció la oportunidad de una educación? ¿Por qué un individuo establece un fondo para músicos?

Mientras que la importancia de música y arte puede muchas veces ser eclipsada, la respuesta es que en realidad la música sacra, como todo arte sacro, juega un papel vital no solo en nuestra vida de fe, pero también en evangelización. “El arte y la música sacra les llega a las personas profundamente, conectándolos con lo que Dios puede hacer por nosotros,” afirma Rhodes.  Evidencia de esa conexión la puede ver Rhodes en la canción, “Holy is His name.” Este himno, uno de los favoritos del Padre Donohoe, era tocado frecuentemente en la misa durante su tiempo como pastor. “Podíamos cantarlo muy bien,” recuerda ella. “Hasta este día, es la canción del Sagrado Corazón.” La canción toca los nervios. Cada vez que se toca la canción, por lo menos un feligrés se le acerca a Rhodes para expresar la gratitud con las palabras, “necesito esa canción.”

El poder que tenía esa canción y continúa teniendo, la asombrosa capacidad para atraer a las personas “al amor de Dios.” (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2502)

Recientemente Rhodes ha estado padeciendo de varios problemas de salud, principalmente artritis, osteoporosis y problemas de cadera. Ella comenzó a preguntarse si debe o puede continuar. Afortunadamente, obtuvo su respuesta.

En la parroquia la comunidad hispana ha estado creciendo “grandemente,” dice Rhodes. El Padre John McDonald, actual pastor del Sagrado Corazón, animó a Rhodes para que se quedara y ayudara con la comunidad. Para ella, era otra “ventana” por abrir. Ella ha sido fundamental en enseñar liturgia comunitaria. “Al principio,” dice ella, “estaban un poco asustados acerca de esto, ¡pero es extremadamente maravilloso trabajar con ellos!” Ella sonríe cuando habla acerca de la música para la misa en español. “¡Es muy divertido estar al día!”

Sin embargo, Rhodes ha estado haciendo más que simplemente “mantenerse al día.” Este pasado agosto, ella celebró sus 45 años de estar con el Sagrado Corazón. Mientras ella sostiene que Dios no la ha “dejado ver el cuadro completo,” está segura de su plan.

“Una de mis oraciones siempre ha sido cuando comienzo a tocar, “Querido Señor, guía mis manos sobre estas teclas, que la música que toco pueda llegar hoy a una persona en esta congregación.”

Desde su reacia concesión, “ayudaré por dos semanas” en 1976, hasta sus nuevas aventuras con la comunidad hispana, Mary Jones Rhodes está usando el don de la música que Dios le dio para llegarle a los feligreses del Sagrado Corazón, reflejando la Divinidad y atrayéndolos a la comunión con Nuestro Señor y Salvador.