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 | Por El Reverendícimo Steven J. Raica Quinto Obispo de Birmingham en Alabama

Mis queridos amigos

Mis queridos amigos,

La educación católica ha sido un sello distintivo de nuestra comunidad de fe por muchos años. Ha sido parte de nuestra misión desde el principio junto con la atención a los enfermos y nuestros servicios sociales. Para mí, es el momento en que pensamos del gran impacto en la vida exitosa y completa de muchos individuos. Nuestro sistema de educación católica fue diseñado para proporcionar una dimensión de valor agregado distintivo a la vida de cada creyente.

Algunos autores señalan que inclusive hoy, nuestro sistema de educación católica a través del mundo educa mayor cantidad de personas que todo el sistema de educación pública. Con la ayuda de comunidades religiosas de mujeres y hombre además de los educadores laicos dedicados, hemos creado un sistema de educación que implica no solo impartir hechos, sino una formación en la fe. Me atrevo a decir que la educación católica es una educación para descubrir una relación única con Cristo nuestro Señor, para crear un aprecio por nuestra comunidad de fe como un discípulo participante activo, para desarrollar el uso de la razón y para perseguir el objetivo de la verdadera libertad. En este sentido, para nosotros los católicos, nuestras escuelas son una dimensión de valor agregado a nuestra comunidad de fe.

Este año, la semana de Escuelas Católicas está dedicada a tres pilares interrelacionados y entrelazados: Fe, Excelencia y Servicio. Cada uno de estos pilares están basados en el hecho de que somos personas creadas por Dios y estamos respondiendo al llamado de Dios para convertirnos en lo que Dios tiene en mente para cada uno de nosotros.


  1. Fe: No hay duda qué la fe es el centro de nuestro sistema de educación. No somos simplemente una organización no-gubernamental (NGO) que se dedica a hacer proyectos humanitarios para el bien de las personas.  Nuestro esfuerzo educativo está basado en Cristo nuestro Señor quien le encargó a los Apóstoles y a nosotros: “Vayan, enséñenles a todas las naciones.” Tomamos ese encargo seriamente a medida que fortalecemos nuestra identidad católica por medio de la red de escuelas de primaria, preparatoria y secundaria de nuestra diócesis. Arraigados en Cristo, nuestro origen y meta, vivimos para El todos los días, y buscamos proclamarlo por medio de nuestra palabras y acciones.
  2. Excelencia: Nuestras escuelas católicas buscan sacar lo mejor en nuestros estudiantes. No queremos contentarnos con lo mínimo, solo para “salir adelante.”  Nuestra meta es alcanzar las estrellas y convertirnos en lo mejor que podemos llegar a ser, porque Dios nos hizo para convertirnos en lo mejor de nosotros mismos como respuesta a nuestro servicio por el regalo de nuestras vidas.
  3. Servicio: Más que un mero conocimiento académico, nuestras escuelas católicas tienen como objetivo ser socios en el ámbito cívico para caminar con otros, para proporcionar ayuda cuando sea necesario, por lo menos en nuestras comunidades. Yo continuamente estoy impresionado por aquellos que diseñan planes para alimentar a los hambrientos, proporcionar regalos en Navidad, mandar cartas a las personas confinadas y hacer nuestras comunidades más humanas en el proceso.

Entonces, nuestro objetivo en la educación católica es la formación de la persona en su totalidad, no solamente el cerebro. Formamos la mente, cuerpo y alma con la finalidad de convertirnos en discípulos y testigos firmes de Cristo y ciudadanos productivos participantes, haciendo una contribución valiosa al bien común en cualquier parte donde vivimos y sea cual sea nuestra vocación cristiana. Esta es una dimensión de valor agregado importante para nuestra iglesia y nuestra sociedad.

Finalmente, nuestra educación católica no es solamente para aquellos que honran nuestras escuelas, es también la responsabilidad de cada padre enseñarles a sus hijos los caminos de la fe. Nuestras escuelas católicas son socias dedicadas con los padres para hacer esto.  La educación católica es también parte de todo nuestro ministerio parroquial incluyendo estudiantes de escuelas públicas y privadas, como también aquellos estudiantes que reciben su educación en el hogar. Nuestros programas EPR (Escuela Parroquial de Religión) se construyen sobre los hombros de nuestras escuelas católicas para que la vida de un cristiano pueda sobresalir más allá de nuestras expectativas. La educación permanente es para todos los que forman parte de nuestra comunidad de fe y aquellos que desean unirse a nosotros en el camino. ¡Que caminemos juntos en este gran viaje hacia la libertad y salvación ganada por Cristo, nuestro Señor!

El Reverendícimo Steven J. Raica

Quinto Obispo de Birmingham en Alabama