Haciendo lo que Jesús dijo
La única casa de Trabajadores Católicos de Alabama cumple 30 años de servicio
La única casa de Trabajadores Católicos de Alabama cumple 30 años de servicio
Cuando los padres educan a sus hijos, se dicen muchas cosas: algunas lecciones perduran, muchas otras se pierden en el camino. Para Shelley Douglass, cofundadora de Mary’s House, la Casa del Trabajador Católico en Alabama, uno de los sentimientos de su madre no solamente moldearon toda la vida de Douglas, sino que tendrían efectos de gran alcance para aquellos necesitados de una mano amiga.
Cuando los padres educan a sus hijos, se dicen muchas cosas: algunas lecciones perduran, muchas otras se pierden en el camino. Para Shelley Douglass, cofundadora de Mary’s House, la Casa del Trabajador Católico en Alabama, uno de los sentimientos de su madre no solamente moldearon toda la vida de Douglas, sino que tendrían efectos de gran alcance para aquellos necesitados de una mano amiga.
Crecer con un padre empleado por la Agencia Central de Inteligencia en la década de 1950 significó vivir en lugares lejanos como Suiza, Pakistán y Alemania. Dondequiera que estuviera la familia, asistían a cualquier iglesia local que ofreciera servicios en inglés. En Suiza, eran episcopales. En Paquistán y Alemania eran metodistas. La incongruencia de las tradiciones religiosas llevó a la madre de Douglas a afirmar: “Si lees el Nuevo Testamento y haces lo que Jesús dice, entonces estarás bien”.
La adolescente Douglass tomó en serio esas palabras, obligándole a desafiar la fidelidad de la familia a la lección moral. Mientras la madre le explicó la impracticabilidad de regalar todas las posesiones físicas, la joven Douglass todavía no estaba convencida y cuando una de sus amigas se convirtió al catolicismo, quedó intrigada por la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo.
Al profundizar en la enseñanza, aprendió que la iglesia no sólo está “reunida en torno a El; ella está unida a El, en Su Cuerpo.” (CCC 189) La realidad de que los fieles, incorporados al Cuerpo de Cristo a través de los sacramentos de iniciación, entran en comunión unos con otros a través de la comunión con Cristo ayudó a Douglass a ver el camino para alcanzar la instrucción de su madre. “Para mí tenía sentido que sí una parte sufre, otra parte sufre,” recuerda Douglass. “Todos somos responsables los unos de los otros y necesitamos mejorar las cosas para los demás.
Su familia vio como un deseo fugaz de su hija de 16 años de convertirse e insistía en que iba por mal camino. La joven Douglass, sin embargo, no decayó. Dos años después se matriculó como estudiante de primer año en la Universidad de Wisconsin y cuando cumplió dieciocho años, fue a San Pablo, la capilla católica del campo y empezó a recibir instrucción. Fue en el vestíbulo de esta capilla en 1963 que Douglass tomó un periódico del Trabajador Católico.
El movimiento del Trabajador Católico, que tuvo origen a los principios de 1930, buscaba “vivir de acuerdo con la justicia y claridad de Jesucristo,” practicando la no violencia, las obras de misericordia, el trabajo manual y la pobreza voluntaria.
Para Douglass, el movimiento, el cual intentaba crear una sociedad donde el bien de cada miembro es vinculado al bien del conjunto en el servicio de Dios, incluía las enseñanzas de la iglesia del Cuerpo Místico de Cristo. “Siempre me ha fascinado”, afirma Douglass, “que hay estas comunidades de personas que no tienen votos religiosos, pero viven en comunidad y siguen las enseñanzas de Jesús como disciplina, amando al enemigo, compartiendo lo que tienes con personas que tienen menos, siendo serviciales y trabajando por la paz.”
Douglass contrajo matrimonio con Jim Douglass, un autor y un hombre que compartía su afinidad por vivir una vida de servicio y promover la paz. Ellos pasaron más de dos décadas viajando a diferentes estados para llevar a cabo su misión. En la década de 1980, la pareja colaboró con una organización en el estado de Washington, lo que los llevó a Birmingham en 1989. Cuando llegaron a Birmingham, Douglass y su esposo empezaron a asistir a Nuestra Señora Reina del Universo en Birmingham.
Un día inesperado, una familia de nativos americanos se presentó a la nueva parroquia de Douglass después de haber sido rechazada por otras iglesias en el área. La familia de seis personas estaba de camino desde Florida a la reserva de su tribu en el estado de Washington. La madre había sido diagnosticada con un tumor cerebral y necesitaba atención médica.
En ese momento, Nuestra Señora Reina del Universo no tenía párroco, así que el sacerdote visitante se puso en contacto con la congregación. Douglass y su esposo se llevó a la familia a su casa esa noche, al día siguiente consiguieron dinero para la gasolina y la comida y los enviaron a seguir su camino con una lista de casas del Trabajador Católico a lo largo de su camino a casa. En ese momento fue que Douglass y su esposo realizaron que Birmingham necesitaba una casa del Trabajador Católico.
Providencialmente, el esposo de Douglass acababa de ganar un premio por un libro reciente y recibió $2.000 dólares. La mitad del dinero fue usada para pagar facturas, lo que dejó $1,000 para comprar una casa. “No recibes un salario por seguir a Jesús,” admite Douglass, “así que solamente confías.” Después de buscar por todas partes por la casa adecuada, Douglas pasó por 2107 Ave. G en Ensley. “Parecía una casa para el Trabajador Católico,” explica. “Todas se parecen. Son casas construidas alrededor de 1900, baratas y un poco deterioradas.
Douglas se reunió con la dueña y le explicó su visión para la casa. Movida por la noción que la casa de su infancia se utilizaría para la hospitalidad, la propietaria aceptó tomar los $1.000 dólares como pago inicial y le dio a los Douglasses tres meses para que reunieran el resto del valor de la compra, $25.000 dólares.
Douglass y su esposo trabajaron día y noche rogando y pidiendo ayuda. Contribuyeron personas como Joe Bruno y otras familias católicas prominentes de la zona de Birmingham. Con la ayuda de la prensa laica, la noticia llegó a muchos corazones y los Douglasses recibieron muchas pequeñas donaciones, lo que les permitió tener una casa y un poco de dinero para arreglar una serie de problemas como daños por agua, eliminación de pintura con plomo y eliminación de plagas.
Los Douglasses formaron una pequeña junta y dispusieron que ésta fuera la propietaria legal de la residencia. “No queríamos recaudar dinero para una casa privada,” exclama. El nombre de la nueva casa del Trabajador Católico de Birmingham fue fácil, dice ella. “María no tenía hogar,” exclama. “María, José y Jesús terminaron en un establo porque no había lugar en la posada”.
Un año después, en diciembre de 1993, Douglass, su esposo y un grupo de voluntarios estaban celebrando la finalización de los arreglos cuando sonó el teléfono. Al otro lado de la línea estaba una madre con dos hijos que necesitaba desesperadamente un lugar donde quedarse. Sin perder un segundo, Douglass tenía a los tres acomodados en una de las habitaciones recién terminadas antes del final de la fiesta.
Durante los siguientes 25 años, Douglass viviría en Mary’s House como hospitalaria, practicando el arte de hospitalidad del Trabajador Católico. “Usualmente teníamos mil dólares en el banco en un momento dado y nos limitábamos a eso”, recuerda. Por sus esfuerzos, Douglass recibía un estipendio de $100 al mes. Sin embargo, su confianza en Dios le permitió a Douglass “dar una mano” a innumerables hombres, mujeres y niños a través de los años. Cuando cumplió 75 años, tomó la difícil decisión de jubilarse como hospitalaria.
Desde su jubilación hace cuatro años, Mary’s House ha pasado por una especie de transición, pero todavía existe como un lugar de hospitalidad para aquellos que luchan por salir adelante. En cuanto a Douglas, ella todavía es miembro de la junta directiva de Mary’s House. A la edad de 79 años, continúa con su tradición de décadas de repartir comida caliente, ropa y artículos de aseo personal todos los domingos por la tarde en la fuente Storyteller de Five Points South en Birmingham. También tiene la esperanza de reiniciar las reuniones mensuales de Pax Christi. No hace falta decir que Douglass ha vivido cada día de su vida como la instruyó su madre.
“Lee fue lo que dijo Jesús que hicieras y luego hazlo,” dice ella. “Conoce a la gente que el Papa dice que están en las márgenes. Allí es donde conoces a la gente real. Haz esa conexión personal: es una aventura. Conoces a Jesús en los pobres, pero ellos no son realmente los pobres: están Heidi, Jim y Darisha”.
Aunque la vida de Douglass podría caracterizarse como de limosna total y absoluta, ella siente cierta aversión a la palabra. “Simplemente no me gusta llamarlo así. Si estas viviendo una vida cristiana, no debería ser algo extra porque eso es la vida cristiana.”
“Mary’s House siempre ha sido un proyecto comunitario. Somos afortunados que podemos traducir lo que compartimos en cosas concretas que benefician a personas reales. Dice Douglass. Mientras que el dinero es la forma más versátil de ayuda, la cual es usada para alimentos, tiquetes de autobús y pago de facturas; las donaciones en especies como artículos de papel, artículos de limpieza, detergente para lavar ropa, toallitas húmedas para bebes, camisetas y sudaderas en buen estado, calcetines, pequeños artículos de aseo personal y refrigerios envueltos individualmente son bienvenidos. También se necesita ayuda ocasional para el patio de Mary’s House. “Si alguien le gustaría ayudar con las comidas del domingo, deme una llamada.” Agrega Douglas con una sonrisa.
Douglass también señala: “Siempre necesitamos sus oraciones, por nosotros, nuestros huéspedes, por sabiduría, paciencia, justicia y por paz.” Si deseas donar para Mary’s House o están interesados en ayudar con las comidas de los domingos, por favor contactar Douglass al 629-278-3124 o shelleymdouglass@gmail.com. Para más información visite Maryshousebham.com.