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 | Por Mary D. Dillard

En busca de la paz

El camino al sacerdocio

Al compartir la historia de su vocación, el Diácono Charles Deering II, confiesa: “No tuve una gran epifanía. “Lo que tuvo, sin embargo, fue un corazón muy inquieto.

El diácono Deering creció en una familia muy devota donde la fe católica estaba “siempre en primer plano.” Desde su infancia se sintió atraído por la vida religiosa y el sacerdocio, pero a medida que se acercaba a su edad adulta, “se distanció de su vocación,” sintiéndose que no era lo suficientemente bueno. “Pensé que era algo para lo que yo no estaba hecho,” recuerda el diácono.

Se preparó para su futuro en el campo de la medicina. Sin embargo, algo no estaba bien. “En cualquier momento durante el proceso,” el admite, “no estaba en paz. Realmente me rehusaba a parar y preguntarle al Señor que quería El de mí. Estaba tratando de hacer solamente lo que yo quería hacer.”

Afortunadamente para el diácono, contaba con el firme testimonio de sus padres. Los sábados después de la misa de vigilia en la Iglesia Católica de Nuestra Señora de los Dolores en Homewood, acompañaba a su madre y a su padre, quienes eran adoradores comprometidos en la capilla de adoración de la iglesia, por una hora delante de la Eucaristía del Señor. “Pasando ese tiempo delante del Sagrado Corazón,” dice el diácono, “fue absolutamente para mí la clave para volverme a enamorar del Señor.”

En esos momentos de tranquilidad durante la adoración, él fue capaz de rendirse y decir, “Señor, ¿qué quiere de mí? Con una pizca de autocrítica, reconoce, “Ahí es donde en primer lugar debería haber empezado.

Aunque el concepto parezca rudimentario, ceder el control al Señor es un reto y una recompensa.  Como observó San Agustín en su libro, Confesiones, el corazón humano no puede estar verdaderamente en paz hasta que descansa en el Señor. “La paz que recibes cuando te entregas al Señor y exploras lo que El quiere para ti es un indicio de que estás haciendo lo correcto,” explica el diácono  Su nueva paz le llevó a preguntarse por primera vez con honestidad y seriedad, “¿Cómo sería el sacerdocio para mí?”

Entregarse al Señor es un primer paso imprescindible en cualquier camino vocacional, pero ¿es eso? Para el diácono, también tuvo que darse cuenta de que “Dios habla en voz baja.”

Para el diácono Deering, la voz baja llegó por cortesía de varios sacerdotes, incluyendo al Padre Anthony Weis, un sacerdote de solamente tres años en ese momento. El Padre Weis hizo una sugerencia sin pretensiones, “Oye, sabes que deberías pensar en el sacerdocio.”

Algunos hombres rechazarían esa sugerencia, pero para el diácono Deering, significaba afirmación. El será la primera persona en expresar su gratitud a sus padres por apoyar su interés en el sacerdocio, pero dice que el hecho de tener el apoyo de un sacerdote y que lo aliente a las vocaciones tiene un peso especial.  Un sacerdote está “en una posición única para identificar a la gente,” dice el diácono, porque para entender el sacerdocio “se necesita a alguien que lo haya vivido”.

Durante su conversación, el Padre Weis ofreció algunas ideas acerca de la formación en el seminario: “No hay nada en el mundo que se le parezca y tienes que ir y ser sumergido en ese mundo para poder entenderlo y “sentir si es para ti”.

En el otoño de 2016, el Diácono Deering llegó a New Orleans y cruzó el umbral del Seminario de Notre Dame. La visión del Padre Weis sobre la formación hizo eco por el rector del seminario, el Padre James Wehner. El le dijo al grupo de seminaristas, “Puede que hayas pensado que has estado discerniendo el sacerdocio hasta este punto, pero realmente no empiezas tu discernimiento hasta que entras en el seminario. Dice el diácono que el realmente no entendió ese comentario hasta “cerca de dos años después.” El padre Wehner y el Padre Weis, hablando por experiencia, estaban transmitiendo la verdad sobre el seminario: es el único lugar disponible que le brindará a un hombre el tiempo y espacio para explorar plenamente su vocación – adoración diaria, misa diaria, oración en la mañana y en la tarde como comunidad, instrucción sobre la fe. “Cuando estas empapado en el Señor,” afirma el Diácono Deering, “es cuando realmente estás haciendo tu discernimiento”.

“Diariamente’” dice él, “cuando estas pasando por el proceso del seminario, todavía consideras si es o no para ti.” Día tras día, el diácono siguió el camino que dejó paz en su corazón y en 2021 fue ordenado diácono en transición por el Obispo Steven Raica.

“Las experiencias que he tenido como diácono,” confiesa, “han sido afirmativas de maneras que nunca esperaba. Ha sido el viaje más hermoso del que nunca me imaginé o esperé.

Como siervo ordenado del pueblo de Dios, el Diácono Deering ha tenido gente que se le acerca con corazones pesados y preguntas difíciles. “Ellos confían en ti,” lo que puede ser intimidante. “Yo no creo que haya un sacerdote o diácono sobre la faz de la tierra que te diga que han sido preparados para cada situación que se les presenta,” explica el diácono, “pero somos ordenados por una razón Una gran parte es la presencia del Espíritu Santo de una manera especial en nuestras vidas.

El diácono ha experimentado la presencia del Espíritu Santo en más de una ocasión. Ya sea el consolando a una persona dolida o escribiendo la homilía del domingo, el Espíritu Santo ha intervenido cuando las palabras le han fallado. “Hay algo que ocurre durante la ordenación y después de la ordenación que es muy real.” Dice el Diácono Deering con total certeza, “El Señor no abandona a aquellos que elige para servirle en esta capacidad”.


Ordenación al sacerdocio

El diácono Charles Deering, II, será ordenado sacerdote en la Catedral de St. Paul el sábado 11 de junio. La misa comenzará a las 11 a. m. Todos están invitados a celebrar con el diácono Deering mientras da el siguiente paso en su viaje de servicio a la Iglesia. La catedral está ubicada en 2120 3rd Ave., N. en el centro de Birmingham.