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 | Por Mary D. Dillard

El mejor amigo del hombre, una oración y un corazón abierto

Un salto de fe producido por Lenny, el perro guía

En una mañana de agosto en 2016, Shannon George, un empleado de la Administración del Seguro Social, se despertó dos horas tarde para ir al trabajo. Corriendo para alistarse, realizó que no tenía su tarjeta de débito. “Esto fue antes que Uber,” recuerda George, “así que sabía que tenía que caminar al trabajo.”

Caminar al trabajo no era tan inusual, especialmente para George, pero sus caminadas no eran solitarias. Habiendo nacido con glaucoma la cual se empeoraba constantemente hasta su edad adulta, a él le habían entregado a Lenny, su perro guía, hacían seis años. Lenny había sido entrenado para llevarlo a la oficina, pero debido a la edad de Lenny, George había decidido tomar rutas más cortas. Los dos caminaron por la calle 22 en el centro de Birmingham. Cuando los dos cruzaban la avenida 3ra, Norte, Lenny se quedó mirando algo mientras estaban en la mitad de la calle. “No podía quitarle la mirada a lo que estaba enfocado” dice George. El dúo tenía que cruzar la calle 22 para poder continuar por la avenida 3ra, pero como en el cruce anterior, Lenny estaba distraído. No estaba concentrado en el tráfico, incluso cuando se le dio la orden de ignorar lo que lo tenía mesmerizado.     “El nunca había quitado los ojos de la calle,” insiste George.

Continuando por la avenida 3ra norte, Lenny volteó la cabeza mirando hacia arriba. Pensando que había distraído a su fiel compañero, George señalo en la dirección de la mirada de Lenny.  “Lenny me sacó de la calle. Anteriormente me había guiado hacia lugares seguros, así que cuando me tiró en esa dirección, ¡yo sabía que no iba a ir en contra de esto!”

Un paso tras otro, Lenny finalmente llegó a lo alto de la escalera y llevó a su amo hacia una puerta. “No estaba seguro donde me     estaba metiendo; solo sabía que era una puerta bastante pesada,” recuerda George.

“Abrí la puerta por curiosidad y entré. Cuando la puerta se cerró detrás de mí, estaba en silencio y en paz. Escuche unos     pasos que se acercaban a mí: pienso que debe haber sido la señora de la limpieza. Pregunté dónde estaba y me dijo que estaba en la Catedral de San Pablo.”

“Lenny nunca había pasado por la Catedral,” sostiene George, “pero en el momento que lo hizo, estaba decidido en estar allí… Lenny actuó como si hubiera estado viniendo toda su vida.”

Después de darle la bienvenida a George, la señora con la que George se encontró por primera vez lo invitó a quedarse a la misa y le dijo, “Ven y hablas con el sacerdote.” George la siguió hasta el confesionario, entró, y le dijo al sacerdote, “Padre, nunca he estado en una iglesia católica, pero me dijeron hace muchos años qué si alguna vez me encontraba en una, solo debía escuchar.” El sacerdote, el Padre Douglas Vu, respondió, “Bueno, es posible que no entienda mucho de lo que escuche, pero con el tiempo empiezas a entender más y más.

George decidió quedarse a la misa y recuerda haberse sentido en paz. “Cuando entré en la Catedral por primera vez, fue como si el mundo hubiera sido excluido. No estaba asustado.”

George admite haber faltado al trabajo para poder ir a la Catedral por segunda vez, él “estaba un poco impresionado.” Lenny lo llevó a los bancos de atrás, pero no entró al banco. “No pude entender por qué,” recuerda, “así que entré al banco.” En ese momento, George fue puesto a prueba. “Fue cuando descubrí que había un reclinatorio y que los católicos se arrodillan — me caí de bruces sobre el. Me sentí humillado en ese momento. Aún así, fue una misa linda y fui realmente cautivado por ella.”

Sabiendo que no podía seguir faltando al trabajo, George se conecto al internet y se enteró de las misas diarias por las mañanas. “Nos levantamos y caminamos hacia la Catedral. Estaba oscuro, así que eran aproximadamente las 5:30 a.m. Entré como antes, pero en vez de que Lenny parara en la fila de atrás, el empezó a caminar hacia el altar, tirándome hacia el altar. Otra vez me llegó la curiosidad. Yo siempre he sido el navegante. Siempre le digo que siga hacia adelante, hacia la izquierda y hacia la derecha, pero esta vez lo estaba haciendo esto por su cuenta. Yo lo seguí y llegó al altar, dobló a la derecha, me subió por una pequeña rampa y a través de un pequeño corredor me mostró un asiento.

Al principio, George pensó que Lenny lo había llevado a una sala de espera de algún tipo.  Después de diez minutos, el oyó unos pasos viniendo de la parte de atrás de la Catedral. El recuerda que pensó: “Estoy a punto de estar en un problema. Estoy en algún lugar en el que no debo estar. “Lo que George escuchó a continuación fue lo último que esperaba escuchar: “Oh, encontraste la capilla. Aquí es donde tenemos la misa en las mañanas.” “En ese momento,” George dice, “Sabía 100 por ciento que aquí es donde se suponía que tenía que estar… ¡hay personas que ven y que no tienen idea donde queda la capilla!”

Antes de esa mañana de agosto, George creía en Dios, pero no “seguía ninguna religión.” También tenía una vida de oración, pero dice que “solamente era en la noche.” La idea de llegar tarde al trabajo y tener que soportar “mucho dolor” de parte de su jefe lo llevó a hacer su primera oración en la mañana, pidiéndole a Dios que lo pusiera donde El quería que estuviera. “Yo llevaba trabajando en el Seguro Social acerca de 14 a 15 años en ese entonces. Solo me estaba sintiendo un poco vacío. Pienso que eso fue lo que provocó esa oración porque sabía que había algo más, pero no sabía dónde. El me mostró esa mañana.”

La historia de George es un excelente ejemplo de formación en la fe que no siempre ocurre en los confines de una clase o una reunión organizada. Como discípulos de Jesús, todos tenemos la tarea de no solo continuar con nuestra propia formación, pero también de reflejar nuestra fe de tal forma que ayudemos a otros, católicos y no católicos, en su camino.

Mirando hacia atrás, George tenía muchos formadores en la fe, todos los cuales jugaron parte en su decisión de unirse a la Iglesia en 2016. Lenny, indudablemente y casi literalmente, ayudó a George a tomar el primer paso de su camino hacia la fe católica. La señora no identificada que primero lo invitó a quedarse a la misa contribuyó al camino de George, como la mujer que le dio su primera “lección.” Esta lección fue cortesía de un enfrentamiento con un feligrés que no sabía por qué tenía a su perro con él en la iglesia. Después de un intercambio verbal, la mujer se alejó solo para regresar y disculparse. Entonces lo llevó a la pila bautismal, le hundió la mano en el agua y suavemente le mostró cómo hacer la señal de la cruz. Haciendo un esfuerzo por ser una mejor discípula de Jesús, esta mujer jugó un papel no solo en el crecimiento de George sino también en el suyo propio.

La formación en la fe es una jornada: un camino continuo para cada individuo. El camino es sostenido por el reconocimiento de la gracia que está presente en nuestras vidas. Reconociendo que la gracia nos ayudará a tomar el próximo paso a una relación más profunda con Dios, llevándonos a una vida vivida con plenitud – una plenitud que nos permitirá a convertirnos en instrumentos de Su amor. Leer, escuchar a otros e inclusive seguir tu curiosidad, como hizo George, son todas maneras para tomar el siguiente paso. “Yo pensé que sabía todo lo que había por saber,” revela George, “pero ni siquiera estaba tocando la superficie. Siempre hay más que aprender.”


En memoria

En enero, Lenny falleció en paz mientras dormía en su cama favorita. ¡Gracias Lenny por traer a Shannon a la Iglesia!