Dos hombres, dos caminos, una llamada
Una amistad providencial
Una amistad providencial
Cuando se trata de discernir acerca de la vocación de uno, el Hermano Paschal Pautler, O.S.B., un monje-diácono de St. Bernard Abbey en Cullman, admite que el Señor, en Su Amor, “brinda el camino para nosotros.” Esta verdad se ejemplifica no solamente en su propio camino, pero también el de su mejor amigo, el Diácono Daniel Sessions, un seminarista diocesano. Desde que los dos pequeños niños en kindergarten jugando a la misa durante el recreo hasta un dúo a punto de ser ordenados al sacerdocio, los dos han sido constantes en su camino, muchas veces de una manera paralela. Los dos son producto de familias católicas devotas y una educación católica. Los dos amigos han sido bendecidos con la habilidad de claramente ver sus caminos, unos caminos marcados por el Señor.
Cuando se trata de discernir acerca de la vocación de uno, el Hermano Paschal Pautler, O.S.B., un monje-diácono de St. Bernard Abbey en Cullman, admite que el Señor, en Su Amor, “brinda el camino para nosotros.” Esta verdad se ejemplifica no solamente en su propio camino, pero también el de su mejor amigo, el Diácono Daniel Sessions, un seminarista diocesano. Desde que los dos pequeños niños en kindergarten jugando a la misa durante el recreo hasta un dúo a punto de ser ordenados al sacerdocio, los dos han sido constantes en su camino, muchas veces de una manera paralela. Los dos son producto de familias católicas devotas y una educación católica. Los dos amigos han sido bendecidos con la habilidad de claramente ver sus caminos, unos caminos marcados por el Señor.
Hermano Paschal Pautler, O.S.B.
La primera etapa del camino del Hermano pareció preparar el escenario para su vocación. Cuando nació, su madre era empleada de la Catedral de St. Paul en Birmingham. En ese tiempo el sacerdote Padre Patrick Cullen dio la bienvenida al nuevo miembro con los brazos abiertos, permitiendo que el recién nacido acompañara a su madre al trabajo. “Dios bendiga al Padre Cullen”, dice el Hermano con una sonrisa. “Yo fui literalmente criado en la catedral.” Por supuesto, llegó el día en que él comenzó la escuela. Sus padres lo inscribieron en la Academia St. Rose, también en Birmingham, la cual jugaría un papel integral en la vocación de su hijo.
Las hermanas dominicanas de Santa Cecilia, más comúnmente conocidas como las dominicanas de Nashville, dirigen la pequeña escuela en la cima de Red Mountain. Como era de esperarse, las hermanas no rehúyen de fomentar una apertura al sacerdocio o a la vida religiosa. Sin embargo, no es forzado; esto ocurre naturalmente. Es la alegría de las hermanas, las palabras de aliento y su testimonio de vida.
El ambiente servía como tierra fértil. “No podría haberlo dicho cuando era niño,” explica el Hermano Paschal, “pero desde que era pequeño en St. Rose, había algo que me atraía a las hermanas y el hábito. Me di cuenta de que eran personas felices y supe instintivamente que había algo diferente acerca de ellas.”
La escuela era, en esencia, un primer seminario. Con la palabra que significa “tierra para semillas,” el Hermano siente que St. Rose sirvió como esa tierra. “Ellas germinaron la vocación en nuestras almas, y eso no es poca cosa.
Cuando llegó el momento para el Hermano de empezar la secundaria, la atracción que inconscientemente tuvo desde una temprana edad por la felicidad de las hermanas hizo que la escuela preparatoria de St. Bernard en Cullman fuera el siguiente paso lógico.
Para el Hermano Paschal, fue una conexión casi instantánea con St. Bernard. “Inmediatamente me enamoré del lugar”, recuerda. Lo que el notó en las hermanas en St. Rose, también lo vio en los monjes de St. Bernard. “Conocía a los monjes porque ellos me enseñaban en la escuela y cuando empecé a conocerlos mejor, realicé que estos hombres eran hombres felices. Ellos han descubierto algo lo cual el resto del mundo no tiene.” Esa revelación creó un anhelo de obtener la misma felicidad.
Con el tiempo, el Hermano fue invitado al coro y se unió durante las oraciones varias veces en la semana. Incluso él iba a cenar con los monjes, lo que lo introdujo poco a poco a la vida de monasterio. A medida que su interacción con los mojes continuaba, empezó a realizar que el “necesitaba” la comunidad y el apoyo que ofrece a la vida espiritual de uno. Citando al Padre Benedictino Joel Martin, “Como monjes, vamos a Dios como hermanos.” Tres semanas después del grado de la escuela de secundaria, entró al monasterio. “En mis 18 años fuera del monasterio”, profesa, “algo me faltaba porque estaba hecho para esto. Siempre he sentido que soy quien soy en el monasterio”.
Diácono Daniel Sessions
Irónicamente, la madre del Diácono Sessions estaba trabajando en el servicio de la iglesia cuando él era un joven. Como los padres del Hermano, los padres del diácono también tomaron la decisión de enviar a su hijo a la Academia St. Rose cuando llegó el momento de empezar el kindergarten.
Como se pueden imaginar, los dos se hicieron amigos rápidamente a los cinco años, jugando a la bendición durante el recreo y dejando que su maestra los vistiera con atuendos clericales. Por supuesto, el joven diácono, como su mejor amigo, se sintió atraído por la alegría contagiosa de las hermanas, pero también fue influenciado positivamente por la presencia regular de sacerdotes, especialmente sacerdotes diocesanos, en la celebración semanal de la misa en la escuela.
Conociendo a los muchos sacerdotes, quienes eran “muy diferentes” desde el Padre Andy Kennedy al Padre Kevin Bazzel, todos ellos jugaron un papel importante en que el diácono “descubriera el plan de Dios” porque sus “vidas mismas” señalaban el camino. Desde una temprana edad, el diácono encontró conveniente la forma de vida de un sacerdote diocesano. “Tengo en mi vida recuerdos muy específicos con sacerdotes diocesanos muy específicos. Ellos se destacaron y todavía se destacan”, explica. “Recuerdo al Padre Pat O’Donoghue de Holy Infant, cerca de donde estaba la oficina de mi papá y conocerlo por primera vez en la antigua iglesia de Holy Infant. Recuerdo servir en la misa con el Padre Matthew Brennan el día después de mi Primera Comunión. Y, por supuesto, recuerdo a mi pastor durante gran parte de mi infancia, el padre Jim Naughton, quien era un Salesiano de Don Bosco sirviendo en una parroquia de la diócesis.”
A medida que se acercaba la escuela secundaria, quedó claro que el diácono no iba a acompañar a su amigo a St. Bernard Prep. En cambio, el diácono se inscribió en la Escuela Secundaria Católica John Carroll, lo que le permitió continuar la interacción con los sacerdotes diocesanos como también su pastor, el Padre Jim. Fue a través de su interacción con el Padre Jim que el joven diácono “conoció la misión de lo que hace un pastor, lo que hace un párroco y quien es un párroco y como vive, incluso en el nivel más fundamental de su existencia: ser la victima sacerdotal que es Cristo”.
Durante su tercer año, el diácono empezó a tener reuniones con el Padre John McDonald, entonces presidente de la escuela Católica John Carroll, quien finalmente se convirtió en su director espiritual. Las reuniones ayudaron al Diácono Sessions a profundizar su fe, pero también lo ayudó a tomar el siguiente paso de su camino. “Me acuerdo de reunirme con él acerca de la vida diocesana versus la vida religiosa, yo quería que el me dijera, ‘tú serás bueno para esto.’ Yo estaba frustrado porque él no me lo decía en ese momento,” recuerda el diácono.
Sin embargo, mirando hacia atrás, realiza que el sacerdote estaba ejerciendo una gran sabiduría. “En última instancia, en una vocación,” dice el diácono, “tienes que dar un salto de fe basado solamente en la confianza que tienes en Dios. Puedes tener todos estos factores que indican hacia donde te está guiando el Señor, pero al final tienes que tomar la decisión basada en la fe. Si es basada en lo que otra persona te dice — si está basado en lo que este sacerdote piensa que es lo que debes hacer — entonces no es una decisión que tú has tomado basada en lo que Dios quiere. Siempre va a ser menos porque realmente no lo estás basando en lo que Dios quiere… realmente lo estás basando en la autoridad del hombre y no en la de Dios”.
El estudiante de último año dio ese salto de fe y decidió que quería convertirse en seminarista para la Diócesis de Birmingham. Antes de entrar al seminario, el Diácono Sessions se reunió con el pastor de su infancia varios días antes de su muerte. Toda la parroquia sabía que estaba muy enfermo, por lo que el diácono quería reunirse con él por última vez. Durante esta reunión, el sacerdote, quien sirvió como inspiración, le dio al joven Sessions su cáliz.
Reflexionando acerca del regalo, para el diácono, el regalo es un símbolo de la participación del Padre Jim en el derramamiento de “la sangre de Cristo y de la sangre redentora y salvadora que brota de su costado.” El cree que al tener cáliz y, si Dios quiere, celebrar misa usándolo es una continuación de la misma misión que su mentor. “Sacerdocio en Birmingham,” señala el diácono, “existía mucho antes que yo y existirá después de mí. De cierto modo se me ha dado parte de la misión, así que esta vocación es entender y cooperar con la misión redentora que Dios tiene para mí y para su pueblo. ¡Es algo hermoso!
Como un joven que prácticamente creció en un seminario, Diácono Sessions firmemente cree que el tiempo en el seminario y la formación que se produce a lo largo de los años ayuda a los seminaristas a asumir el “corazón sacerdotal.” El diácono cree que sus asignaciones durante los veranos jugaron el papel más importante. “Aprendes cosas acerca de ti que indican el camino a seguir.” Desde tener tres llamadas telefónicas del hospital en un período de 24 horas hasta escuchar a los sacerdotes a los que fui asignado, las experiencias ayudan a moldear a los hombres en formación. “No solamente aprendes del sacerdote como ser un buen pastor,” aclara Sessions, sino que también aprendes a amar a las personas que Dios ha puesto enfrente de ti … Somos enviados a cierto grupo de personas dentro de cierta geografía para ser ministros y para estar en misión de la manera más radical posible, que es dar tu vida a Dios para que Él pueda dar tu vida a la gente de la manera que Él quiere.”
Providencia
Hablando acerca de oír la llamada a una vida de servicio al Señor, los dos coinciden que la vocación no es un accidente. Tener familias abiertas a las vocaciones, una escuela primaria dirigidas por hermanas religiosas, un lugar para caminar juntos y una experiencia en la escuela secundaria la cual solidificó aún más el deseo de sus corazones no fue una coincidencia. “Estas fueron las cosas que Dios ha planeado desde la eternidad,” atestigua el Hermano Paschal.
Asimismo, ambos están muy conscientes que su amistad sin duda ha sido la providencia de Dios. La misma crianza ha dado lugar a dos diferentes perspectivas, pero los dos se ayudan mutuamente en su propio camino. En muchos sentidos su amistad es paralela a la larga relación entre la Diócesis de Birmingham y St. Bernard Abbey. “Estoy muy agradecido con Daniel por la misión apostólica que él ha aceptado porque es un testimonio para mi …. Cuando pienso en Daniel, pienso en valiente, fuerte, carismático, y eso es exactamente lo que la iglesia necesita,” dice Rev. Hermano Paschal. Para el Diácono Sessions, su amigo Benedictino es un recuerdo de cómo todo sacerdote diocesano necesita vivir: una vida vivida con mucha devoción. El Hermano Paschal sirve como un recordatorio para el diácono que tenga “un cuidado y una preocupación apropiada por las cosas de Dios”.
Mientras los dos se preparan para la ordenación, la alegría que ellos vieron en las hermanas dominicanas en su juventud es ahora un regalo que se puede ver en ellos. Para el Hermano Paschal, su felicidad radica en ser amado y poder amar. “Siento que el amor de Dios que he conocido aquí en St. Bernard… No es solo que Dios te necesita, pero que Dios te ha escogido en Su voluntad divina para este propósito específico. Porque Dios te ha escogido para ser quién eres, necesitas esta vocación para tu propia salvación, tu propia felicidad.”
La felicidad del Diácono Sessions está arraigada en la misma seguridad de saber que él está donde Dios lo ha puesto. “Esta felicidad, insiste el Diácono Sessions, “no se puede crear”.
Mientras esa verdadera felicidad no puede ser creada, ciertamente se puede conseguir, y el consejo del Hermano Paschal es sorprendentemente directo. Simplemente, necesitamos enseñarles a los fieles como escuchar la voz de Dios y como reconocerla y entenderla. Luego, dice, todo lo que tenemos que hacer es “quitarnos del camino” y dejar que se desarrolle el plan de Dios.
Ordenación al sacerdocio
El diácono Daniel Sessions será ordenado sacerdote en la Catedral de St. Paul el sábado 24 de junio. La Misa comenzará a las 11 a.m. El hermano Paschal Pautler, O.S.B., será ordenado sacerdote en la Abadía de St. Bernard el sábado 24 de junio. La Misa comenzará a las 10:30 a.m. Todos están invitados a celebrar con ambos hombres. La catedral está ubicada en 2120 3rd Avenue, North en el centro de Birmingham, y St. Bernard Abbey está ubicada en 1600 St. Bernard Drive, Sureste en Cullman.