Despertando nuestra relación con Cristo
La cuaresma siempre ha sido un momento lleno de gracia en nuestro calendario litúrgico para evaluar nuestra relación con el Señor y entre nosotros. Empezamos el tiempo litúrgico de cuaresma el miércoles de ceniza, recordándonos acerca de la naturaleza frágil y débil de la vida humana. “¡Recuerda que eres polvo!” Venimos a este mundo llenos de esperanzas y promesas, y al final, parece que todo se nos derrumba. Uno podría pensar “¿De qué sirve?” Podría ser fácil hacer eco de las palabras de una canción famosa (¿o “no famosa?”) de Peggy Lee, popular durante mi infancia en la cual ella concluyó su reflexión sobre la vida cantando, “¿Eso es todo lo que hay? Eso es todo lo que hay en la vida: ¿solamente somos polvo? No suena muy optimista o esperanzada, ¿cierto?
La cuaresma siempre ha sido un momento lleno de gracia en nuestro calendario litúrgico para evaluar nuestra relación con el Señor y entre nosotros. Empezamos el tiempo litúrgico de cuaresma el miércoles de ceniza, recordándonos acerca de la naturaleza frágil y débil de la vida humana. “¡Recuerda que eres polvo!” Venimos a este mundo llenos de esperanzas y promesas, y al final, parece que todo se nos derrumba. Uno podría pensar “¿De qué sirve?” Podría ser fácil hacer eco de las palabras de una canción famosa (¿o “no famosa?”) de Peggy Lee, popular durante mi infancia en la cual ella concluyó su reflexión sobre la vida cantando, “¿Eso es todo lo que hay? Eso es todo lo que hay en la vida: ¿solamente somos polvo? No suena muy optimista o esperanzada, ¿cierto?
Nuestro viaje durante la cuaresma nos desafía a enfocarnos en tres factores entrelazados que nos ayudan a vivir la vida cristiana de manera más efectiva: la oración, el ayuno y las obras de caridad. ¿Cuántas veces he necesitado recordar que la vida cristiana empieza con un encuentro inesperado con una persona que me ha ofrecido más de lo que esperaba? ¡Cristo me ofrece la vida eterna! Una vez que acepte Su invitación y me embarque en el camino de convertir más y más de mi vida a la de El, aprendo que mi vida no es inútil o infundada. Tiene un gran significado y propósito más allá de lo que podría haber imaginado — y mucho más de lo que mis propios padres podrían haberse imaginado. La sierra del discipulado cristiano es afilada a través de los factores de la oración, el ayuno y las obras de caridad. Aquí hay una pequeña reflexión de cada una de ellas:
ORACION
¿Me tomo tiempo para orar? ¿Son mis oraciones solamente palabras que digo que aprendí en mi juventud? ¿Me tomo tiempo para escuchar? ¿Me preparo antes de ir a misa? ¿Dedico tiempo para leer la Palabra de Dios o un libro espiritual que me ayude a concentrarme en mi relación con Cristo? ¿Cómo es mi relación con nuestra Santísima Madre? ¿Tengo conversación con mi Madre Celestial, especialmente a través del rosario y la incluyo en mis jornadas diarias para caminar más de cerca con su Hijo?
AYUNO
Sabiendo que al final de la vida yo regresaré a Dios como vine, realizo que no podré llevarme nada conmigo excepto yo mismo. Mi ayuno y abstinencia es un recordatorio de que no puedo tener cualquier cosa que quiero en el momento que quiero. A través del ayuno y la abstinencia, me pongo en contacto con mis deseos y ansias. ¿Son estos de Dios? Sorprendentemente, ¡también aprendí sin lo que puedo vivir! ¿Y sabes qué? La mayoría de las veces, no las extraño Mi vida es mucho más tranquila porque estoy desapegado de cosas y estoy apegado a Cristo Puedo ver más claramente el poder de Dios trabajando en mi vida.
OBRAS DE CARIDAD
Finalmente, las obras de caridad nos ayudan a reconocer que podemos compartir nuestros recursos con aquellos que lo necesitan. Tenemos nuestras organizaciones de beneficio favoritas, con seguridad. Al mismo tiempo, reconocemos la dignidad de la misión de Cristo donde somos hermanos y hermanas en una familia. Tenemos una responsabilidad, como parte de nuestra mayordomía cristiana, de cuidarnos unos a otros a través de nuestro tiempo, talento y tesoro. Apoyando varias causas a través de nuestras iglesias puede ser una manera eficiente de apoyarnos los unos a los otros para lograr la misión de Cristo que dice, “Me preocupo” porque “Cristo se preocupó.”
Que esta cuaresma despierte en nosotros la relación que tenemos con Cristo. Es algo más de lo que podríamos habernos imaginado. Podemos pasar de preguntarnos, “¿Eso es todo lo que hay?” a proclamar, “Eso es, ‘hemos encontrado al que estábamos buscando’.” (cf. Jn 1:41) A través de todo y del sufrimiento, muerte y resurrección de Cristo, lo cual celebramos con alegría en la Pascua, sabemos que somos más que solamente polvo — somos amados por Cristo para la vida eterna. ¡Qué gran regalo para nosotros!