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 | Por Mary D. Dillard

Música, Eucaristía y divorcio

Cómo Dios trajo a un converso a casa

“Nuestra cultura nos da el permiso para pensar que la iglesia está llena de reglas antigüas y tontas, pero nos son reglas antigüas y tontas”, profesa Sarah Labriola, cantante profesional y convertida a la fe católica. “Están destinadas a mantenerte cerca a Jesús. Estás son una manera infalible de llevarte al cielo”.

Por supuesto, Labriola no siempre se sintió así.  En 2017, cumplía 12 años de estar casada con su amor de la universidad y ayudaba a criar a su hermosa hija. Labriola y su esposo se casaron en la Iglesia Presbiteriana, pero relativamente al principio de su matrimonio, los dos pasaron por un “período de extrema incredulidad”, en el que Rabiola repudió sus raíces de la Iglesia de Cristo.

Sin embargo, ser ateo nunca fue profesionalmente un problema para Labriola. Sabía que tenía que ganarse la vida y munchas veces eso significaba cantar para coros de iglesias. Un “trabajo” demasiado bueno para dejarlo pasar fue cantar para una pequeña capilla católica en Irondale, la Capilla de Nuestra Señora de los Ángeles de EWTN. Cuando empezó a cantar con el coro de EWTN, el tamaño de su billetera no fue lo único que cambió. “Pasar tiempo en la presencia de la Eucaristía me afectó profundamente,” revela ella.

Cuanto más cantaba en el coro en EWTN, más se sentía atraída por el catolicismo y menos conectada a su esposo. Los dos terminaron su matrimonio y amigablemente se divorciaron en 2018.

Después del divorcio, además de los pensamientos iniciales de temor acerca del futuro, ella estaba experimentando lo que ella describe como un “despertar” en su vida espiritual. “La verdad,” explica, “se me presentó de repente y no sabía lo que estaba pasando”.

Naturalmente, tenía muchas preguntas y quería algunas respuestas. Mientras cantaba para el coro de EWTN, conoció a Colin Alexander, un católico de nacimiento que estaba dispuesto a contestarle sus muchas preguntas. A través de sus conversaciones, Labriola descubrió que su “fuente” para todo lo relacionado con el catolicismo acababa de pasar por un divorcio y estaba a punto de irse a estudiar un posgrado.

Después que Alexander se mudara para seguir sus estudios, Labriola se encontró llamándolo para hablar sobre la fe católica. La amistad poco a poco se transformó en una relación en la que ambos rezaban juntos el Rosario por teléfono todas las noches.

Como era de esperarse, la intriga de su “despertar” espiritual no eclipsó totalmente la realidad de ser una madre soltera, por lo que Labriola buscó trabajos para cantar en las iglesias locales. Una de esas iglesias resultó ser Santa Teresa del Niño Jesús en Leeds. Poco después de haber sido contratada por la iglesia, Labriola llamó al párroco, el Padre Gray Bean, para confiarle sus sentimientos de ser “atraída” por la Eucaristía.

El Padre Bean instruyó a Labriola en la fe católica y en la Vigilia Pascual de 2019 de la parroquia, ella entró en plena comunión con la Iglesia Católica. “Esa iglesia realmente me influenció en mi conversión”, insiste.

Entusiasmada por el catolicismo, empezó a sentirse espiritualmente en desacuerdo con uno de sus trabajos de canto no católico, por lo que decidió buscar una posición de cantante en la Catedral de San Pablo. Dio la casualidad de que Alexander también cantaba para la Catedral, por lo tanto, los dos tuvieron la oportunidad de tener una relación más cercana. A medida que la relación comenzó a profundizarse y volverse más seria, Alexander le dijo a Labriola, “Sabes, si alguna vez queremos casarnos, ambos necesitaremos obtener anulaciones”.

Labriola instantáneamente preguntó porque necesitaba una anulación. “Es simplemente un divorcio de la iglesia”, recuerda haber dicho. Como ya tenía un divorcio civil, sentía que no necesitaba también un divorcio “de la iglesia”. “En el mundo protestante,” explica, “el único contexto para una anulación es Enrique VIII, el cual es un contexto realmente terrible”.

Afortunadamente, Alexander fue comprensivo y la personalidad tipo A de Labriola no la decepcionó mientras profundizaba en el proceso de anulación. “Cuando hice toda la investigación,” revela, “me sentí abierta a ello porque me di cuenta de que no hace todas las cosas que yo pensaba que hacía: todas las cosas que me enseñaron cuando era niña”.

Después de haberse comunicado con el párroco de la Catedral de San Pablo, el Padre Bryan Jerabek, a Labriola le asignaron un procurador/abogado, el Padre Josh Altonji. Ella se reunió varias veces con el Padre Altonji mientras él la guiaba a través del proceso. Alexander hizo lo mismo con su procurador/abogado. Aunque el tiempo y no fue exactamente simultaneo, Labriola y Alexander trabajaron juntos durante el proceso, pero no fue fácil. “Es muy doloroso porque te hacen pensar acerca de cosas y hablar de cosas de una forma que ni siquiera los terapeutas pueden”, comparte Labriola.

De hecho, Labriola sostiene que muchos no llegan a completar el proceso porque es más fácil racionalizar la necesidad de “seguir adelante” en lugar de “rememorar el pasado”. El dolor, sin embargo, no es en vano. Labriola sostiene que “excavar en esas heridas” es parte del proceso de curación. Ella cree que el proceso les permitió a ella y a su futuro esposo “descargar” toda la carga que tenían de sus primeros matrimonios.

La curación fue muy bien recibida, pero los dos todavía seguían muy ansiosos. “El hecho de presentar una anulación no significa que esté garantizada,” señala. “Yo estaba muy ansiosa porque Colin y yo habíamos decidido que, si no podíamos casarnos por la iglesia, entonces no era la voluntad de Dios para nosotros. Realmente queríamos someternos a la disciplina de la iglesia. Si eso significada estar separados de los sacramentos, estaba claro que íbamos a escoger a Jesús ante que el uno al otro.”

Los dos se aferraron a la gracia de los sacramentos, ayudándolos a confiar en Dios y en el proceso. Después de jugar al “juego de esperar y ver” y de vigilar el correo “como un halcón,” los dos obtuvieron la anulación. La eufórica pareja supo de inmediato cuál era el siguiente paso.  En junio de 2021, Labriola y Alexander se casaron y después de más de un año, los recién casados dieron la bienvenida a un niño.

Al recordar el proceso, Labriola dice, “Sí, es difícil. Sí, es doloroso. ¿Tuve que alejarme por un minuto, tomar un descanso y llorar a lágrima viva? ¡Si!  Ese dolor puede llevar a algunos a racionalizar el proceso como simplemente una “vieja regla tonta,” pero a ella, se le abrieron los ojos. Fue capaz de realizar que el Tribunal está formado por personas y sacerdotes compasivos.  “Ellos quieren lo que es mejor para ti,” exclama, como hace Jesús. “Jesús profundamente quiere que estes en plena comunión. El te perseguirá si no se lo permites. “¡El quiere que regreses a la vida sacramental!”