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 | Por Mary D. Dillard

Buscando a Jesús más allá del velo del disfraz

‘Te aseguro que cada vez que lo hicisteis por uno de estos más pequeños, por mis hermanos, lo hicisteis por mí’

Lee Bean, director del Centro Católico de Asistencia St. Martin de Porres en Gadsden, llegó al centro del este de Alabama hace casi ocho años y medio. Sin embargo, su camino hacia esta posición comenzó muchos años antes. Criado en la Iglesia Bautista del Sur, eventualmente encontró su camino hacia el Seminario Teológico Bautista del Sur en Kentucky.

Cerca del final de sus años en el seminario, necesitaba completar unas últimas horas de crédito. La única materia electiva disponible era una clase titulada “La Iglesia y el Ministerio Social.” “Yo ni siquiera quería tomarla,” recuerda Bean, pero la experiencia lo expuso a algo desconocido, casi extraño para él: la cercanía al pobre, la viuda, el huérfano. Para Bean, la clase inició un autoproclamado “renacimiento”, el cual le abrió sus ojos a su vocación en la vida.

Como un entusiasta recién graduado del seminario, Bean se convirtió en el pastor de una pequeña iglesia Bautista en Shelbyville, Kentucky. Manteniendo su mirada en “los más pequeños,” se encargó de ayudar a los desamparados. Debido a la falta de recursos, la mayor parte del tiempo, el llevaba a las personas a refugios en ciudades vecinas para que estuvieran protegidas. Viendo la necesidad, pensó, “Probablemente deberíamos tener un pequeño refugio en nuestra ciudad.” Sin pensarlo dos veces, Bean se lanzó a la tarea, empezando desde cero, y abrió un refugio para la población sin hogar de la ciudad. El ministerio era un trabajo de 24 horas al día, 7 días a la semana, lo que resultaba agotador no sólo para él, pero también para su familia; sin embargo, no se alejó ante el desafío.

Mientras vivía su ministerio como pastor Bautista y director del refugio, Bean conversaba regularmente con su antiguo compañero del seminario, Jeremiah Russell. Después de completar el seminario en Kentucky, Russell realizó un doctorado en la Universidad Estatal de Luisiana. Durante sus estudios, fue introducido a la fe católica por profesores y amigos, lo que lo llevó al catolicismo y a la plena comunión con la Iglesia Católica en 2007. Cuando Bean escucho de que su amigo se había convertido al catolicismo, dice que tuvo un sentimiento de malestar en el estómago y pensó, “¿Qué le pasa?

Los dos pasaron mucho tiempo debatiendo y discutiendo sobre el catolicismo, pero Russell, quien resulta ser el actual director de la escuela secundaria St. John Paul II en Huntsville, continúo tratando de mostrarle a Bean la belleza de la fe católica. En el camino, Bean conoció a Dorothy Day y Thomas Merton. No recuerda cómo encontró los escritos de Day, pero sus escritos le ayudaron a consolidar loa convicción por la que su amigo Russell había estado abogando.

Bean, junto con toda su familia regresó a Alabama, y en el 2014 se unió a la iglesia católica de Holy Infant of Praga en Trussville, bajo la guía del entonces párroco, el Padre Bill Lucas.

Ser un ex pastor bautista convertido al catolicismo, con una licenciatura y maestría en ministerio no hizo que Bean exactamente fuera “vendible”. Por dos años, hizo lo que necesitaba hacer para sostener a su familia, trabajando en un empleo secular para poder pagar las cuentas y cuidar de sus tres hijos, pero se preguntaba, “¿He hecho lo correcto?”

Hablando en confidencia con su fiel amigo Russell, este le informó de un trabajo con la Diócesis Católica de Birmingham. La posición era perfecta para Bean con su experiencia: director del Centro de Ayuda Católica St. Martin de Porres.

Aunque Bean no tenía un título en trabajo social, tomó esta oportunidad y solicitó el trabajo. Su experiencia con personas y familias de bajos recursos demostró que encajaría bien en el puesto y fue contratado en 2016. Con entusiasmo, Bean tomó las riendas del ministerio de servicio social institucional que se le había confiado para dirigir y preguntó: “¿Por qué lo hacemos así?”

Su objetivo era hacer que el ministerio fuera “más personal.” Bean tomó medidas para lograr precisamente eso, pero la pandemia de COVID-19 puso freno a sus esfuerzos. Siempre confiado en el Señor, Bean continuó repartiendo alimentos a los necesitados a pesar de los cierres provocados por la pandemia. El llamado “cambio de marcha” le permitió a Bean realizar algunos cambios. Sabía que todavía se necesitaba la despensa de alimentos y asistencia financiera para el alquiler y los servicios públicos, pero quería hacer algo diferente.

“Hay mucho tráfico peatonal en esta zona del centro,” dice Bean, “con personas que están durmiendo a la intemperie o en casas abandonadas….  Nadie estaba haciendo nada por las personas sin hogar, excepto Salvation Army, que tiene un refugio para pasar la noche.

Con un lado del centro dedicado a la despensa y el otro lado con una gran sala sin ser utilizada, Bean sabía que tenía espacio para ofrecer, por lo que decidió crear un “centro de atención” donde las personas sin hogar pudieran salir de las calles durante las horas de la mañana para desayunar, usar el baño, asearse y descansar.  Mientras las personas sin hogar se enteraban del nuevo refugio diurno, Bean se hizo amigo de quienes encontraba, aprendiéndose los nombres y la lista larga de dificultades.

En esos momentos que Bean ofrece misericordia. Un hombre que conoció, por ejemplo, estaba durmiendo en un carro con su novia y sus seis hijos. Queriendo ayudar, Bean trabajó con un motel local para colocar a la familia numerosa en dos cuartos por una semana. Mantener luz y agua es otra de las formas de ayudar a aquellos quienes están luchando. Ofrecer tiquetes de bus o un mes de renta es otra manera en que Bean puede ayudar a quienes sufren.

La mentalidad de Bean es y siempre ha sido el de juzgar el éxito diferente a la del mundo secular. ¿El éxito equivale a sacar a alguien de las calles y conseguirle un empleo a largo plazo? Bean no desacredita tal resultado, pero su medida de éxito es que tan bien él y su equipo encarnan las obras de misericordia. “Una persona que sale de la calle y recibe algo de comida en su estómago,” dice Bean, “es un éxito. Pueden conseguir vivienda; o quizás no. Pueden conseguir empleo; o quizás no, pero cuando estamos hablando de las obras de misericordia, pienso que debemos juzgar el éxito de una manera un poco diferente.”

Siguiendo esa linea, Bean llama la atención sobre lo que no se puede medir. Cuenta la historia de una señora mayor que frecuentaba el centro porque su hija y nieta se robaban su cheque del Social Security.  Sabiendo que podía confiar en Bean, la señora le entregó con confianza sus Cupones de Alimentos para que se los guardara. “Confían en mi para hacer lo correcto para ellos,” explica. “ꜟEso no se refleja en una hoja de estadísticas!”

Lo que Bean ha hecho en Gadsden con la ayuda de los fondos de la Campaña Anual del Obispo para Caridades y Comunidades Católicas es mucho más que el número de familias ayudadas en una hoja de estadísticas. Vive cada día tomando en serio la enseñanza de Jesús sobre el Juicio Final en el Capítulo 25 del Evangelio de Mateo: “¡Vengan ustedes, los que han sido bendecidos por mí Padre! Reciban el reino que ha sido preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron alojamiento. Me falto ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo y me visitaron; estuve en la cárcel y vinieron a verme… Les aseguro que cuantas veces lo hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, lo hicieron por mí”.

Bean sabe en su corazón que las palabras de Jesús están destinadas para todos nosotros. “La base de la enseñanza social católica es la dignidad de cada persona humana… Me recuerdo todos los días que cada persona enfrente de mí, sin importar lo que están diciendo o cómo están actuando, es, como dijo Santa Teresa de Calcutta, ‘Jesús en Su disfraz más angustioso.’”