| Por El Padre Joe Krupp

Estimado Padre Joe: Escucho a la Gente Decir Que Debemos Ser Más Reverentes en La Misa. ¿Cómo Hago Esto?

 

R. ¡Gran pregunta! Para aquellos que siguen mi columna, esta fue una pregunta que le sigue a una que respondí anteriormente sobre la Misa. ¡Vayamos directo al punto!

Lo primero es lo primero, simplemente debes recordar que el deseo de ser reverente en la Misa es santo. Ese es tu regalo para Dios. Él ve tu hambre de hacerle justicia, y lo atesora. Habrá mucha gente (generalmente los ruidosos) que te dirá que debes ser de cierta manera o hacer las cosas de cierto modo. Te invito a que te relajes y recuerdes que Dios ve tu corazón. Él ve cuánto quieres amarlo de la manera que se merece.

Comencemos con la definición de reverencia. Es genial.

Lo tomamos del latín “respeto”. La palabra "respeto" es en sí misma interesante, porque son dos palabras diferentes unidas: re y spectare. Re significa "otra vez". Spectare significa “mirar” (piensa en la palabra espectadores).

Entonces, cuando se nos pide que seamos respetuosos o reverentes, se nos pide que "miremos de nuevo".

  • Miramos de nuevo dónde estamos: un lugar sagrado, haciendo algo sagrado.
  • Miramos de nuevo y vemos en las lecturas la sagrada palabra de Dios que se nos ha dicho.
  • Miramos de nuevo y vemos en la hostia la presencia misma del Dios Viviente.
  • Miramos de nuevo y vemos la diversidad de personas alrededor del cuerpo de Cristo.

Es algo asombroso de hacer.

Para nosotros, ser reverentes es comprometernos a no dejar que la familiaridad de la Misa nos lleve a una falta de respeto involuntaria. Debemos recordar mirar nuevamente dónde estamos y qué estamos haciendo.

Ahora, veremos rápidamente cómo usar nuestro cuerpo y mente para ayudarnos a ser más reverentes en la Misa.

Empecemos por la mente.

En mi caso, puedo estar distraído y tener muchas cosas en la cabeza. Debido a ello, puedo encontrarme sin prestar atención a la Misa. Cuando era más joven, solía entrar en pánico y enojarme conmigo mismo por eso. Recuperaba la concentración a mitad de camino y casi gritaba dentro de mi cabeza "¡ALTO! ¡ATENCIÓN!"

Mi director espiritual en el seminario me enseñó que la distracción mental es una realidad normal y que, si me reprendo violentamente o si me enojo o me frustro, todo lo que lograría sería alejarme más de la celebración.

Ahora, cuando me doy cuenta de que no estoy prestando atención, reconozco y digo: "Ven, Espíritu Santo". Le pido a Dios que me ayude a concentrarme y volver a encaminarme.

Además, podemos usar nuestra mente para ayudarnos a ser reverentes, invirtiendo un poco de tiempo antes de la Misa para prepararnos: busca las lecturas que se utilizarán el próximo domingo y léelas todos los días de esa semana para prepararte. Si te sientes desubicado, busca algunos comentarios sobre estas y trata de entender el contexto de todo.

La reverencia requiere algo de disciplina y paciencia. El llanto de los niños y los movimientos de las personas solo son distracciones, si los dejamos estar. Ore por los padres que luchan, por las personas que le rodean. Que cada invitación a irritarse sea una oportunidad para orar. No se concentre demasiado en lo que desearía que estuviera sucediendo, sino en lo que está pasando. Nuestro Dios nació en un granero durante un censo; el caos no le molesta en absoluto.

Veamos cómo podemos usar nuestro cuerpo para aumentar nuestra reverencia.

Parte del genio del catolicismo es su reconocimiento de que los seres humanos somos unidades cuerpo/alma. De alguna manera, nuestros cuerpos son los portales a nuestras almas. Como criaturas físicas que adoran a un Dios que no podemos ver, es muy útil que nuestra sagrada Misa incluya a nuestros cuerpos en ella.

Cuando entramos en la iglesia, debemos hacer una lenta genuflexión. Encuentra el tabernáculo, mira hacia él y (si puedes) pon una rodilla en el suelo, mientras que la otra está levantada. Las genuflexiones de inmersión rápida rara vez hacen exactamente lo que pueden ayudarnos a lograr: estoy haciendo algo inusual con mi cuerpo, porque estoy en un lugar inusual. Estoy en un sitio inigualable.

Permite que esta minuciosidad con nuestros gestos se lleve a cabo durante toda la Misa. No hagas movimientos sin pensar. No hagas nada de forma rápida e irreflexivamente. Ora para que la disciplina realmente involucre a nuestras mentes.

No nos arrodillamos a menudo, en la vida cotidiana, sino ante Jesús, nuestro salvador, en el Santísimo Sacramento; ante las oraciones eucarísticas, cuando entramos en la Última Cena; y a causa de nuestra contrición. Debemos estar atentos, nos sentamos a escuchar y observar.

Podría seguir y seguir, y cualquier víctima de mis homilías te dirá que siempre es una oportunidad; pero creo que lo entiendes. Nuestra celebración está llena de posibilidades para usar nuestro cuerpo como una herramienta para enfocar nuestras mentes y traernos de regreso a la maravilla de lo que estamos haciendo.

Un par de puntos de "limpieza" ...

Asegúrate de que, en tu cabeza, dividas tu experiencia en la Misa, en dos categorías: cosas que puedes controlar/estás llamado a controlar y cosas que no puedes controlar o no estás llamado a controlar.

Hay pocas cosas desafiantes y liberadoras, porque creo que, muchas veces, las quejas de la gente sobre la Misa son tácticas de distracción del diablo. No quiere que estemos presentes en la Misa en la que estamos; sino en una que no existe.

Desde que se celebró la primera Misa, hombres y mujeres han rezado con gran amor y grandes imperfecciones. Nuestro llamado no es para arreglar a otras personas, con el fin de que sean más como nosotros, sino para entrar en el sacrificio eterno de la Misa.

Espero que esto te sea útil.

Disfruta de otro día en la presencia de Dios.


El Padre Joe Krupp es un ex escritor de comedia que ahora es sacerdote católico. @Joeinblack