| Por Pete Burak

Encuentra el poder de Pentecostés como San Pedro

Me encanta San Pedro. Es mi persona favorita en la Biblia (¡aparte de Jesús y María, por supuesto!). No sólo es mi homónimo, sino que también me parece un personaje inspirador. Aunque todos los héroes de la Biblia son venerados y recordados con razón, hay algo en el viaje de fe de Pedro y su posterior transformación que resuena profundamente en mí.

En los Evangelios, lo más coherente de Pedro es su incoherencia. En un momento lo entiende: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16; Mc 8, 29), pero luego, varios versículos después, Jesús lo reprende diciendo: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás!” (Mt 16, 23; Mc 8, 33). ¡Qué gran caída! Pedro camina sobre el agua, se hunde y vuelve a caminar sobre esta. Él ve la Transfiguración y tiene la respuesta más masculina de la Biblia: “Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas”. En la Última Cena, Jesús intenta lavarle los pies, pero este se rehúsa; Jesús dice que es necesario. Pedro responde: “Entonces, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!” Pedro niega a Jesús tres veces, luego afirma tres veces su amor por Él.

Pedro claramente tiene altibajos como muchos de nosotros. Ama a Jesús y quiere seguirlo, pero le falta algo.

Pedro, como los demás Apóstoles y todos nosotros, necesitaba del Espíritu Santo. Aquel glorioso día de Pentecostés, Pedro entra al Aposento Alto como un discípulo apasionado, pero aún inconsistente; sin embargo, emerge más tarde revestido con el poder de lo alto; a lo largo de los Hechos de los Apóstoles, nos encontramos con un Pedro muy diferente. En Hechos 2 (14-36), Pedro se encuentra con los otros Apóstoles, entonces da rienda suelta a una interpretación tanto clara como profética de lo que está sucediendo, también un llamado conmovedor tanto al arrepentimiento como a la conversión. Cita las Escrituras, identifica el pecado, proclama el Señorío de Jesús e invita a la gente a creer sin pestañear.

Pedro era antes como un instrumento desafinado, tocando la música pero sólo de vez en cuando daba con la nota correcta, no obstante, se convierte en una poderosa campana que suena. Todavía es Pedro, pero el Espíritu del Dios vivo le ha dado un nuevo fundamento, convicción y confianza en sí mismo y en el Evangelio. Pedro todavía no es perfecto, pero está equipado para minimizar sus tendencias asustadizas o inconsistentes y continuar en su camino de santidad y misión. Si nos encontramos actuando como Pedro, un minuto brillante, el siguiente tonto, entonces pide una mayor liberación del Espíritu Santo en nuestra vida. Permite que el poder de Pentecostés se renueve en ti cada día y observa cómo crece tu fe, confianza y fervor.

Nuestro primer Papa entiende ese viaje, así que San Pedro, ¡ruega por nosotros!


Pete Burak es el director de i.d.9:16, el alcance de jóvenes adultos de Renewal Ministries. Tiene una maestría en teología y es un orador frecuente sobre evangelización y discipulado.

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